BAGDAD.- Durante los últimos días, el pequeño Karim se esconde en un armario con una caja de cartón, en la que metió algunos granos de arroz, un trozo de pan, una naranja y sus juguetes, en espera de la guerra.
En su consultorio situado en el barrio de Adamya en Bagdad, el pediatra Aschraf Ahmad Kamel recibe diariamente a padres desesperados ante la profunda ansiedad de sus hijos que los escuchan hablar de una guerra inminente, les ven almacenar víveres y agua y ven por televisión a los soldados que se preparan para la guerra.
"Los síntomas más frecuentes son fiebres persistentes, falta de apetito, agresividad inhabitual e incontinencia urinaria", afirma el médico que reconoce su impotencia para atender el síndroma.
Cuando la guerra se aproxima, los niños están atentos a todas las conversaciones de los padres y registran cada palabra que los confirma en sus temores.
"Hace una semana, mi marido evocó el 17 de marzo como fecha del comienzo de la invasión estadounidense y cuando mi hermano llegó a casa, mi hijo Alí contó con sus dedos antes de decirle: Nos quedan sólo cuatro días de vida", relató Hind, de 32 años, diplomado en informática.
Según un estudio efectuado a fines de enero en Irak por un equipo internacional de investigadores, basado en entrevistas de 85 jóvenes de 4 a 18 años y sobre cuestionarios contestados por 232 alumnos de entre 10 y 1e "sienten solos frente a sus miedos".
"Existe una falta de comunicación entre los niños y sus padres pues éstos últimos no han encontrado los medios adecuados para reconfortarlos", precisa el informe presentado por "Wald Child Canada", que reconoce sin embargo que se trata de una tarea muy difícil cuando aumentan cada día las amenazas de guerra.
Así, según la encuesta, el 72% de los menores ha expresado el temor de ver morir a su familia y los menores de 7 años están aterrorizados ante la idea de quedar abandonados.
Por otra parte, la mayoría de los niños interrogados afirman que "sufren migrañas, pesadillas, serios problemas de concentración, y que les falta emoción".
Por otra parte, destaca el estudio, los niños menores de 7 años saben perfectamente lo que significa una guerra: "destrucción o incendio de las casas y muerte de personas".
Para el representante de UNICEF en Bagdad, Carel de Rooy, una serie de factores aumentan la angustia de los niños de este país después del embargo impuesto a Irak desde hace 12 años.
"La pobreza, la falta de alimentos, sobre todo de proteínas, las clases hacinadas y descuidadas, la pérdida de confianza en sí y en el futuro se añaden a la ansiedad de los padres transmitida por osmosis a los niños", afirmó.
Para este funcionario internacional que estuvo anteriormente en misión en América Latina, "después de la guerra habrá que hacer un esfuerzo enorme para reintegrar a los niños en la sociedad pues los conflictos armados los llevan a encerrarse en sí mismos".