CIUDAD DEL VATICANO.- Juan Pablo II continuó hoy batiéndose en defensa de la paz y en el día en que la Iglesia festeja a San José pidió al patriarca que "en estos momentos de ansia" que vive la humanidad vele "por los pueblos amenazados en estas horas por la guerra".
Con voz fuerte y clara, demostrando su buen momento físico, el Obispo de Roma abogó por la paz y la concordia en todo el mundo.
El Pontífice hizo estas manifestaciones ante varias decenas de miles de personas que asistieron en la plaza de San Pedro del Vaticano a la audiencia general de los miércoles, la primera del año que se celebró al aire libre, aprovechando el buen tiempo reinante en la Ciudad Eterna.
Aunque sin nombrar directamente a Irak, el Papa dijo que la paz es más necesaria que nunca "para toda la humanidad y especialmente para los pueblos amenazados en estas horas por la guerra".
Después agregó que la humanidad vive "horas de ansia" y que es necesario reavivar "una decisiva voluntad de concordia y reconciliación".
La catequesis la dedicó a la figura de San José, esposo de la Virgen, al que calificó de "santo varón" y del que resaltó su rectitud moral y su adhesión a la ley y a la voluntad de Dios, "que cumplió con dócil responsabilidad".
El Obispo de Roma subrayó que San José tuvo que hacer frente a las necesidades de la familia con el trabajo manual y que por ello "justamente" la Iglesia lo venera como patrón de los trabajadores.
Añadió que esta festividad es la ocasión propicia para reflexionar sobre la importancia del trabajo en la vida del hombre, en la familia y en la comunidad.
"San José, un santo tan grande y tan humilde, es un ejemplo a seguir. A él confío a los jóvenes en busca de empleo, a los desempleados, a quienes sufren dificultades laborales, así como a todos los trabajadores con sus esperanzas y desafíos, con sus problemas y con sus expectativas", afirmó el Papa.
Como es habitual, concluida la audiencia, Juan Pablo II saludó en varios idiomas. En español expresó palabras de afecto para el obispo Cipriano Calderón, vicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina, por sus bodas de oro sacerdotales.
También saludó a los miembros de "Encuentro Matrimonial Cristiano" de Palencia (España) y a la Hermandad del Rocío de Triana (Sevilla, España), así como a los alumnos del Centro Cultural Italiana de Buenos Aires.