WASHINGTON.- Doce años después de la guerra del Golfo, el Pentágono está listo para atacar violentamente a Irak, con un dispositivo militar impresionante, a fin de librar una guerra que dure pocas semanas.
Los efectivos estadounidenses en la región son unos 255 mil, según fuentes militares, a los que se suman 25 mil británicos en el emirato de Kuwait, rampa de lanzamiento de la futura ofensiva desde el sur.
Según los expertos, cuando el Presidente estadounidense, George W. Bush, lo ordene un diluvio de fuego se abatirá sobre los centros estratégicos del poder, la seguridad y las fuerzas armadas iraquíes.
Aproximadamente tres mil misiles de crucero y bombas se lanzarían en la primera noche, pero el Pentágono subraya que se trata de "impactar y aterrorizar" al régimen iraquí.
Al mismo tiempo buscará evitar daños a las infraestructuras y la población, ya que Washington quiere reconstruir un "Irak post-Saddam Hussein" con el apoyo de la población e incluso del grueso del ejército regular iraquí.
Estados Unidos incita a los militares iraquíes a no combatir. Ya unos 17 desertaron esta mañana en el desierto de Kuwait.
"Estados Unidos ciertamente vencerá, y sin demora, sobre el ejército iraquí", derrocando a Hussein, declaró el miércoles a la agencia AFP un alto funcionario del departamento de Defensa que solicitó conservar el anonimato.
Para la administración Bush, que fracasó diplomáticamente ante la oposición mayoritaria del Consejo de Seguridad de la ONU, es vital que la guerra sea corta y con el menor número posible de víctimas, tanto a ojos de los electores estadounidenses de la opinión pública mundial.
El Pentágono reconoce los riesgos: "Toda guerra es peligrosa" e incierta, pero la inacción es todavía más peligrosa ante un país que podría un día dar a los terroristas armas de destrucción masiva.
Washington confía en la enorme superioridad tecnológica de sus aviones, bombas de alta precisión, bombas para cortar los sistemas eléctricos y electrónicos, aparatos de reconocimiento y blindados. También apuesta a la efectividad de las acciones clandestinas de sus fuerzas especiales.
Estratega de la guerra aérea del Golfo en 1991, el coronel John Warden pronostica el "empleo muy, muy intenso de armas de precisión", con el objetivo de paralizar a Irak.
Probablemente, al mismo tiempo las tropas y blindados estadounidenses -que este miércoles ya estaban en la zona desmilitarizada entre Irak y Kuwait- acelerarán desde el sur hacia el Eufrates. Su objetivo es sería ocupar Bassora y luego destruir las divisiones de la guardia republicana, la fuerza de elite iraquí.
Idealmente, el general Tommy Franks, comandante de operaciones, hubiera querido contar con un segundo frente terrestre en el norte, el Kurdistán iraquí.
El parlamento turco se negó a permitir el despliegue de 62 mil militares, pero el gobierno turco le pedirá mañana jueves que autorice a la aviación estadounidense a sobrevolar el país, aunque no pueda reaprovisionarse.
Ello permitiría lanzar misiles y desencadenar una operación aerotransportada en el norte.
El nuevo jefe de los servicios de inteligencia militar (DIA), almirante Lowell E. Jacoby, se muestra confiado: "Estamos listos para enfrentar una resistencia seria, pero es muy probable que esa resistencia se hunda muy rápidamente", declaró al diario "The Washington Post".