CAMPO DE PETROLEO DE AL RATKA, Irak, Mar 22 (AFP) - Siete columnas de espeso y abundante humo negro se elevan hacia el cielo desde el campo de petróleo de Al Ratka, al sur de Irak, y el viento las empuja con fuerza hacia la ciudad de Kuwait desde el viernes, cuando varios pozos fueron incendiados por el propio régimen de Bagdad.
"Cada minuto que un pozo arde con esta intensidad, se pierden miles de dólares", explica consternado a la AFP uno de los expertos de la Kuwait Oil Company, transportados por las tropas estadounidenses hasta el lugar para extinguir el fuego.
Cerca del pozo que arroja con más fuerza llamaradas y humo, los ingenieros encuentran el cable usado por los iraquíes para hacer explotar a distancia la bomba que habían colocado dentro del yacimiento.
"Es el mismo método usado por los hombres de Saddam Hussein cuando incendiaron nuestros pozos en 1991", explicó uno de los expertos.
En aquel año, cuando las tropas de la coalición internacional obligaron a Irak a salir del emirato, incendiaron 727 pozos de petróleo en su camino de regreso a Bagdad.
Este sábado, los expertos kuwaitíes buscaban la forma de interrumpir rápidamente este desastre ocurrido en medio del desierto para que los daños ambientales, sanitarios y económicos sean lo menores posibles. "No queremos para otros lo que ya vivimos nosotros", explicaron.
Debido a esta catástrofe y al fuerte viento en dirección sur, el cielo de la ciudad de Kuwait se tiñó de negro desde el viernes.
’’Hay que transportar rápidamente tanques de agua para apagar el fuego y cortar los conductos para que no siga saliendo petróleo. Eso lleva tiempo y dinero’’, explicaron los expertos kuwaitíes.
Las tropas estadounidenses, que iniciaron en la madrugada del viernes su ofensiva terrestre en el sur de Irak, están haciéndose con el control de los pozos incendiados, que rondarían los 20 según fuentes militares, para extinguir el fuego lo antes posible.
Bagdad desmintió que hubiera prendido fuego de forma premeditada a sus pozos y aseguró que el fuego procedía de depósitos de crudo y no de yacimientos.
"Irónicamente, es precioso y trágico al mismo tiempo", afirmaba el sargento Johnny Mondes, del ejército estadounidense, ante el impresionante chorro de humo y llamas color naranja intenso que sale de estos siete pozos, situados al oeste de la ciudad de Umm Qasr, donde las fuerzas norteamericanas siguen enfrentándose a la resistencia de los milicianos iraquíes favorables al régimen de Saddam Hussein.
Por el puerto de esta localidad sale buena parte del crudo iraquí canjeado por productos de primera necesidad, gracias al plan petróleo por alimentos que la comunidad internacional estableció para Bagdad tras la guerra de 1991.