BAGDAD.— De pie frente a unos camiones cargados de sacos de harina, el ministro de comercio de Irak anunció que van rumbo a Basora — y no para evitar una hambruna sino para que la gente pueda hacer su tradicional pastel baklava.
Un reportero le preguntó: "Su excelencia, ¿realmente cree que los habitantes de Basora necesitan cocinar pasteles en medio de una guerra?"
"Sí", respondió sonriendo el ministro Mohammed Mehdi Saleh, "el pueblo de Basora necesita de todo". El convoy, agregó, es "una muestra de solidaridad para demostrar que aún estamos aquí".
El régimen de Saddam Hussein, alentado por lo que considera avances bélicos en una guerra que muchos pensaban perdería rápidamente, luce desafiante y confiado en que a la larga prevalecerá.
Es imposible saber si la retórica del régimen es genuina o diseñada sólo para intimidar a las fuerzas invasoras, o quizás para darle ánimo al pueblo iraquí, o quizás para convencerse a sí mismo que está ganando una guerra ante un enemigo al parecer invencible.
La alta dirigencia iraquí, sin embargo, no se cansa de hacer alarde de cómo los iraquíes ligeramente armados están infligiendo duras bajas a la coalición anglo-estadounidense.
Esas bajas, afirma, son obra de una coalición de fuerzas armadas, milicias, tribus e iraquíes comunes — una imagen quizás calibrada deliberadamente para dar la impresión de que el país está unido.
Los líderes iraquíes además ridiculizan a las fuerzas británico-estadounidenses, calificándolas como poco más que cobardes mercenarios, y les acusan de capturar a civiles y mostrarlos frente a las cámaras diciendo que son prisioneros de guerra.
Se mofan de los reportes de guerra emitidos por Washington y Londres, y se refieren al presidente estadounidense George W. Bush como "el estúpido cowboy" y al Primer Ministro británico, Tony Blair, como su lacayo.
El jueves, el ministro de Defensa iraquí, Sultan Hashem Ahmed, incluso aseguró que Alá estaba de su lado, afirmando que la reciente tormenta de arena que frenó el avance anglo-estadounidense fue intervención divina.
"La tormenta de arena fue un regalo de Alá que le dijo al agresor que es un agresor", declaró.
La televisión y la radio estatales constantemente transmiten himnos patrióticos e imágenes de Saddam. Una imagen constante, sacada de los archivos y transmitida cada hora en punto, es la de Saddam disparando una escopeta con una sola mano.
Desde que comenzó la guerra hace una semana, varios grupos corales han estado ensayando y grabando más himnos patrióticos a la orilla del río Tigris.
Ya hay una loa para Ali Obeid, un anciano que según el gobierno derribó un helicóptero Apache norteamericano con su rudimentaria escopeta esta semana.