UMM QASR, Irak.— Flanqueado por lanchas patrulleras y helicópteros artillados, el barco británico Sir Galahad atracó en este puerto del sur de Irak, conquistado en dura batalla por las fuerzas aliadas, para entregar el primer cargamento militar de ayuda humanitaria para los ciudadanos iraquíes.
La nave barreminas británica Sandown despejaba la ruta. La escolta de seguridad recalcó los peligros de navegar por el estrecho de Jor Abdalá, donde barreminas estadounidenses y británicos han hallado y detonado seis potenciales minas en las últimas 36 horas.
"Es muy probable que (Saddam) mine esas aguas para impedir la entrada de las fuerzas de coalición", dijo el comandante de la armada estadounidense Ian Hall, que coordina las actividades de cuatro barreminas norteamericanos que han recorrido metódicamente el canal acompañados de seis homólogos británicos.
Hall dijo que sus equipos no podían confirmar positivamente si los seis objetos detonados eran minas colocadas recientemente o si se trataba de remanentes de guerras iraquíes previas, pero agregó que la ubicación de algunos de ellos era "altamente sospechosa".
Trabajando intensamente durante la pasada semana, los barreminas han despejado un canal de 200 metros de ancho a lo largo de la ruta de unos 65 kilómetros que conduce del Golfo Pérsico al puerto de Umm Qasr, que las fuerzas aliadas confían en hacer el centro de distribución de la ayuda humanitaria.
Unos 50 buzos británicos, norteamericanos y australianos, junto con dos delfines amaestrados en la detección de minas, han explorado el fondo del mar en la zona portuaria.
También el viernes, dos camiones cargados con ayuda humanitaria no militar, procedente de Kuwait, llegaron al pueblo fronterizo de Safwan.
Al igual que lo ocurrido el miércoles en la distribución de ayuda, unas 500 personas rodearon los camiones, rompieron las puertas de la zona de carga y en un cuarto de hora vaciaron las botellas de agua embotellada, quesos y otros comestibles.
El puñado de soldados de la coalición que vigilaba el cargamento no trató siquiera de imponer el orden entre la muchedumbre, que sufría de una grave escasez de comestibles y agua potable.