BELFAST.- El Presidente estadounidense, George W. Bush, y el Primer Ministro británico, Tony Blair, aliados en la guerra contra Irak, analizaron el futuro del país árabe después del conflicto en una cumbre en Irlanda del Norte, pero evitaron celebraciones prematuras de los avances de sus tropas en el campo de batalla.
"En ambas partes hay precaución de no exagerar los progresos que estamos logrando", dijo el portavoz de Blair después que ambos líderes dieron una caminata por los jardines del Castillo de Hillsborough, en las afueras de Belfast.
"Ninguna de las partes subestima las dificultades que faltan enfrentar. Es peligroso dar por descontada la victoria de cualquier manera", agregó.
Ni Bush ni Blair hablaron a la prensa a su llegada a Belfast, pero sus asesores dijeron que ambos estaban concentrados en el tema sobre el liderazgo de Irak en la posguerra, así como en los rápidos acontecimientos del conflicto.
Los estancados procesos de paz en Oriente Medio e Irlanda del Norte también formaron parte de la agenda que se discutió durante una cena el lunes en la noche y se analizarán con mayor profundidad en las conversaciones previstas para el martes.
Funcionarios de ambas partes trataron de evitar hablar sobre una discrepancia estadounidense-británica en torno al alcance del rol de las Naciones Unidas en el Irak de la posguerra.
Londres quiere reunir amplio respaldo internacional y el apoyo de las Naciones Unidas para trazar el futuro de Iraq después del conflicto.
Con la intervención de la ONU. Gran Bretaña pretende aplacar a países opuestos a la guerra, como Francia y Alemania, y calmar el gran escepticismo internacional acerca de los reales motivos de Estados Unidos para atacar Iraq.
Por su parte, Washington ha causado alarma entre los escépticos de la guerra al insistir en que junto con sus aliados se ha ganado el derecho de encabezar la reconstrucción de Irak al haber entregado "vida y sangre".
No obstante, funcionarios de ambas partes prefirieron demostrar una posición común el lunes, diciendo que las fuerzas estadounidenses y británicas se harán cargo de Irak inmediatamente después de la guerra, mientras Londres y Washington buscan un respaldo de la ONU para una administración interina iraquí que lleve después a un nuevo gobierno.
"No hay mucho debate ni desacuerdos sobre esto como se lee en los periódicos. No hay duda de que la ONU tendrá un rol importante (en la reconstrucción de Irak)", dijo el secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell, a los periodistas que acompañan a Bush.
Powell agregó que Washington enviará un equipo a Irak esta semana para comenzar a determinar lo que se necesita para establecer una autoridad interina iraquí.
La línea estadounidense se hizo eco en el portavoz de Blair quien dijo: "El objetivo de las tres voces en esto, nosotros, los estadounidenses y las Naciones Unidas es el mismo. Irak no será administrado por nosotros sino por los iraquíes tan pronto como sea posible".
La primera visita de Bush a Belfast fue una especie de compensación a Blair, su más firme aliado en la guerra para derrocar al presidente iraquí.
La llegada de Bush desató una serie de falsas amenazas de bomba que causaron caos en carreteras y aeropuertos. Sin embargo, el mandatario estadounidense disfrutó la bienvenida que le dieron familiares de los soldados británicos que combaten en la guerra.
La visita de Bush ayudaría a Blair a recuperar parte del prestigio perdido en su nación al demostrar que no es "un perrito faldero" de la Casa Blanca, como lo acusan sus críticos.