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"Nos llamaron para verlo en el cementerio" narra madre de ejecutado cubano

Ramona Copello Castillo relató a The Associated Press el drama que culminó en la madrugada del viernes con la ejecución sumaria de su hijo y otros dos cubanos que intentaron huir a Estados Unidos.

11 de Abril de 2003 | 19:22 | AP
LA HABANA.— Ramona Copello Castillo está desesperada. También esta furiosa: "me lo fusilaron", dice con los ojos llenos de lágrimas.

Esta mujer era la madre de Lorenzo Enrique Copello Castillo, uno de los tres hombres ejecutados en la madrugada de este viernes, luego de haber sido hallados culpables de secuestrar una lancha y tomar rehenes para viajar Estados Unidos.

"Yo soy fidelista. Yo amo a mi patria. Pero ahora ya no amo a Fidel (Castro), ni a la revolución por que me fusilaron a mi hijo injustamente", casi grita entre sollozos ante la AP.

Vestida con blusa crema, pantalones azules y zapatos café se ve agobiada. Tiene el cabello recogido y la boca tensa hacia las mandíbulas. Una y otra vez mueve las manos.

"El estaba trabajando -el hombre era técnico en construcción- y ese día había salido de su trabajo y les entró eso en la cabeza y todo el mundo comenzó a reunirse y todo el mundo se montó en la lancha sin idea de matar a nadie’’, explica.

"Era para desviar la lancha a los Estados Unidos", indica.

El secuestro se había realizado el miércoles 2 de abril y un día después terminó sin consecuencias humanas.

El joven Copello, de 31 años de edad, había tenido antes problemas con la justicia, reconoce su madre. Durante cuatro años estuvo preso por acosar a turistas. Ahora estaba a punto de volver a purgar un año más.

"Tenía que ir preso el día 11. El entendió que no aguantaba eso y decidió tomar la lancha a la fuerza".

"Yo estaba de acuerdo con que los sancionaran por el delito que cometieron, por amenazar, por intimidar a las personas. Pero no que lo fusilen como lo hicieron engañándome".

La mujer recuenta: el martes comenzó el juicio, el miércoles fue la apelación, el jueves lo dejaron mantener una entrevista con ella y con una pequeña hija de 11 años. Era la despedida, pero no lo sabía.

"Ayer por la tarde me dijeron que tenían alguna esperanza. Hoy viernes nos llamaron a las 6 de la mañana para que lo viéramos en el cementerio’’, relata con aflicción.

"Cuando llegue allí no supe si era él, el que está ahí porque no lo vi. No me dejaron verlo. Estaba el féretro cerrado. Supliqué, tan siquiera verle una mano a mi hijo’"

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