BAGDAD.— Armados con fusiles, los habitantes de Bagdad trataban de dominar el viernes a los saqueadores y bloqueaban las calles para impedir el saqueo y la anarquía que reina en la capital iraquí.
Los comandantes estadounidenses indicaron que la tropa no actuaría como fuerza policial en la ciudad.
Miles de iraquíes, entre ellas familias completas con hijos pequeños, se dedicaban al saqueo y se llevaban todo lo que encontraban, desde automóviles hasta refrigeradoras.
Algunos vecinos del barrio de Karadah emplazaron retenes en los caminos y chequeaban los vehículos en busca de productos robados.
Los sospechosos de robo eran detenidos, golpeados y arrojados a un callejón en el vecindario situado al sudeste del sector céntrico. Algunos pidieron a la tropa estadounidense que detenga el saqueo.
Los combates militares se han reducido a ocasionales escaramuzas con fuego de ametralladoras, pero los soldados estadounidenses seguían en estado de máxima alerta ante posibles emboscadas y atentados suicidas de parte de combatientes leales al Presidente Saddam Hussein.
El temor ante los atacantes suicidas era evidente. El viernes, un automóvil que llevaba una familia iraquí atravesó un retén en Bagdad sin detenerse, y los soldados estadounidense les dispararon. Cuatro civiles murieron un niño de cinco años quedó herido.
"Me siento como su estuviera en Beirut, esperando a los atacantes suicidas. Sabemos que están refugiados al otro lado del río y ocultos por toda la ciudad", dijo el teniente coronel del ejército Philip DeCamp.
La noche del jueves, un hombre con explosivos sujetos al cuerpo los hizo estallar en un retén cercano al barrio de Ciudad Saddam, en Bagdad. Cuatro infantes de Marina resultaron gravemente lesionados.
Poco después, un hombre empezó a caminar hacia los soldados estadounidenses destacados en una intersección cerca de las oficinas de turismo del gobierno. Los soldados, nerviosos ante posibles ataques, realizaron cuatro disparos de advertencia, pero el sujeto los ignoró. Entonces abrieron fuego y luego de matarlo se dieron cuenta de que no estaba armado.
En el barrio de Al-Mansur, del occidente de Bagdad, grupos de voluntarios árabes partidarios de Saddam tomaron posiciones detrás de sacos de arena, armados con lanzagranadas y fusiles Kalashnikov.
Niños desde los 10 años y familias enteras participaron en los saqueos. Con la caída del régimen de Saddam en la capital, no había ni siquiera policías de tránsito a la vista.
Fogatas de llantas ardían por todo el centro de Bagdad. Los ministerios de Comercio, Educación, Industria y Planificación fueron saqueados e incendiados. Uno de los principales mercados de la ciudad quedó consumido por las llamas.
La turba atacó la escuela de enfermeras de la Universidad de Bagdad, al igual que el Colegio de Ingenieros. Los saqueadores se llevaron las lamparas y bombillos de luz, escritorios, bidones de aguas y aparatos de aire acondicionado.
Pandillas de saqueadores que rondaban barrios residenciales llamaban a las viviendas para ver si los residentes estaban en casa. Los periodistas que trataban de hablar con los saqueadores fueron robados, de dinero y cámaras.
"Díganles a los estadounidenses que detengan estas matanzas y los saqueos. No podemos continuar viviendo así por más tiempo, con musulmanes saqueando a musulmanes. Necesito sentirme seguro para poder salir y obtener mi ración de alimentos", dijo Jabrya Aziz, de 40 años.
Funcionarios del Séptimo Regimiento de Marina dijeron haber recibido órdenes la noche del jueves de tratar de detener los saqueos. El regimiento planeaba vigilar el cumplimiento de un toque de queda la noche del viernes, con patrullas en el este de Bagdad.