WASHINGTON.— En un retroceso y victoria a la vez de Estados Unidos, las naciones más ricas del mundo acordaron el sábado iniciar el proceso de reconstrucción de Irak a partir de una nueva resolución del Consejo de Seguridad, en un esfuerzo que incluirá al Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial.
El acuerdo, adoptado en el contexto del G-7, estipula también que el pueblo iraquí "debe tener la responsabilidad final de implementar las políticas apropiadas y construir su propio futuro".
El G-7 incluye a Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia y Japón que apoyaron la guerra en Irak, y Alemania, Francia y Canadá, que se opusieron.
La decisión de que el proceso pase primero por manos del Consejo de Seguridad es un retroceso práctico de la posición de Estados Unidos de que los aliados militares asuman el papel principal en la dirección del proceso.
Pero, también es una ganancia estadounidense, en el sentido de que la guerra, que empezó con una declaración unilateral, recibiría así un reconocimiento internacional de aceptación con una votación en el foro de mayor peso político de las Naciones Unidas.
"Reconocemos la necesidad de un esfuerzo multilateral para ayudar a Irak", dijo el G-7 en el comunicado final de su reunión realizada en la Casa Blair, un complejo residencial para visitantes ilustres ubicado frente a la Casa Blanca.
El secretario del Tesoro John Snow, anfitrión de la reunión junto con el presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, consideró que la cooperación internacional "es necesaria" en los esfuerzos en marcha en Irak y que en este sentido se produjo un amplio acuerdo.
El G-7 también discutió los procedimientos a seguir con la deuda iraquí y acordó encomendar al Club de París el inicio del análisis de este tema.
El Club de París es un grupo informal de gobiernos acreedores cuyo papel es encontrar soluciones coordinadas y sostenibles a las dificultades de pago de las naciones deudoras, mayormente a través de una reprogramación de plazos y montos.
El G-7 apoyó un pedido de Estados Unidos de empezar los contactos para la condonación de parte de la deuda externa iraquí, que tiene en Rusia, Francia y Alemania a sus principales acreedores y se acumuló casi en su totalidad durante el régimen de más de dos décadas del Presidente Saddam Hussein.
Uno de los participantes en la reunión, el jefe del Banco Central Europeo, Wim Duisenberg, dijo que las conversaciones entre los ministros se realizaron sin una sola insinuación de animosidades entre Estados Unidos y Francia y Alemania sobre la guerra en Irak.
Indicó que todos los ministros aceptaron el papel del Consejo de Seguridad en la aprobación de una nueva resolución, así como la participación multilateral en la reconstrucción.
El FMI y Banco Mundial han expresado ya su disponibilidad de participar en la reconstrucción iraquí, pero sólo después de que se hubiera dado al país un nuevo gobierno y éste fuera formalmente reconocido por las Naciones Unidas.