LONDRES.- El secretario de Estado de EE.UU., Colin Powell, aumentó hoy la presión norteamericana sobre Siria al advertir que Damasco no debe convertirse en un "paraíso" para los colaboradores de Saddam Hussein que tratan de huir de Irak.
"Pensamos que sería muy poco aconsejable que Siria se convierta en un paraíso para todas aquellas personas que deben responder ante la justicia y están intentando escapar de Bagdad", afirmó Powell en una entrevista con la cadena pública británica BBC.
El jefe de la diplomacia estadounidense señaló que el derrocamiento de Sadam Husein ofrece al Gobierno de Damasco una "oportunidad para tomar un camino mejor si deja de apoyar actividades terroristas".
"Esperamos que los sirios respondan de una forma adecuada", indicó el secretario de Estado, al subrayar que Siria ha sido "una preocupación durante mucho tiempo".
"Durante años, hemos considerado a Siria como un país que financia el terrorismo y hemos discutido esto muchas veces con los sirios", explicó Powell, inquieto por el hecho de que diversos materiales "han llegado a Irak a través de Siria" en el pasado.
Colin Powell hizo estos comentarios un día después de que el ministro sirio de Asuntos Exteriores, Faruk Al Shara, negara rotundamente que su Gobierno haya suministrado ayuda al régimen de Sadam Husein.
A comienzos de este mes, el secretario de Estado de Defensa de EE.UU., Donald Rumsfeld, acusó al Ejecutivo sirio de facilitar equipos militares al Gobierno de Bagdad, una circunstancia que, según dijo, "hay que tener presente".
A raíz de las declaraciones de Rumsfeld, muchos analistas consideran que los llamados "halcones" de la Administración del presidente George W. Bush quieren extender la acción militar en Irak a Siria, país acusado de promocionar actividades terroristas.
El "problema sirio" es un asunto en el que Washington discrepa del Reino Unido, su gran aliado, dado que el primer ministro británico, Tony Blair, ha negado tajantemente cualquier plan para atacar Siria, pues, en su opinión, ese país es diferente del caso iraquí.
Colin Powell también opinó acerca del caos que, tras el desplome del régimen de Sadam Husein, se ha adueñado de algunas ciudades iraquíes, sobre todo Bagdad, un hecho que describió como "la consecuencia desafortunada de una campaña de esta naturaleza".
Sin embargo, el titular norteamericano de Exteriores se mostró confiado en que "el orden será restaurado" y aseguró que el general estadounidense Tommy Franks, comandante en jefe de las fuerzas aliadas en Irak, prestará "más atención" a este problema.
"Una vez que nos libremos de este horrible régimen sostenido por el partido Baaz (de Saddam Hussein) y nos aseguremos de que este cáncer se ha curado, entonces podremos empezar el proceso de reconstrucción", recalcó.
Además, el jefe de la diplomacia estadounidense apuntó que "el período de combate se ha acabado" en Irak, de modo que las fuerzas aliadas "pueden ahora dirigir su atención a la búsqueda de armas de destrucción masiva’’ atribuidas al régimen de Bagdad.
"Hay pruebas contundentes y no cabe duda alguna sobre el hecho de que existen armas de destrucción (en Irak). Encontraremos esas armas",dijo Powell.
Respecto el resultado final de la guerra, manifestó que la ofensiva de la coalición británico-estadounidense se considerará un "éxito" cuando se forme "un nuevo Gobierno elegido por el pueblo iraquí", al margen de que Saddam Hussein sea capturado o hallado muerto.
"Habrá -señaló- un cierre con o sin Sadam Husein. Nos gustaría saber qué ha pasado con Saddam Hussein, aunque él ya no tiene poder sobre nada".
En cuanto al futuro político de Irak, Colin Powell insistió en que "Estados Unidos no ha designado a nadie como futuro líder del Gobierno iraquí de transición", ya que este nombramiento corresponde a "los representantes del pueblo iraquí".