Río de Janeiro.- Ocho policías y un niño sufrieron heridas de bala anoche, durante una emboscada contra un autobús que transportaba agentes por una favela de Río de Janeiro y que fue atribuida a narcotraficantes, informaron hoy fuentes oficiales.
El autobús, en el que viajaban veinte policías que debían asumir sus puestos en un cuartel de la zona norte de la ciudad brasileña, fue atacado por unos 30 pistoleros cuando pasaba por el Morro do Timbau, una de las 16 favelas de la región conocida como Complejo da Maré, de acuerdo con el boletín de la gobernación de Río de Janeiro.
Según la policía, los narcotraficantes dispararon con fusiles, ametralladoras y hasta con armas antiaéreas desde los tejados de varias viviendas, y sólo detuvieron el ataque varios minutos después con la llegada de refuerzos policiales.
El primero en ser alcanzado por las balas fue el conductor del autobús, que perdió el control. Otro afectado fue un niño de 6 años que se encontraba en el lugar fue alcanzado por una bala perdida.
De los ocho policías heridos, dos están en estado grave, entre ellos el conductor del autobús, que recibió cinco balazos.
Tras el ataque, cerca de 300 policías, apoyados por un helicóptero y un vehículo blindado, ocuparon varias de las favelas del Complejo da Maré, en donde el secretario de Seguridad de Río de Janeiro, Josias Quintal, improvisó un puesto de comando.
Quintal atribuyó la emboscada a la organización que controla el tráfico de drogas en el Complejo da Maré y aseguró que el ataque fue una reacción al arresto de un importante integrante de dicha banda.
En lo que va del año, 19 policías han sido asesinados en Río de Janeiro, en su mayoría en ataques atribuidos a las bandas que controlan el tráfico de drogas en las favelas de la ciudad.
Desde finales del año pasado, según la policía, los narcotraficantes han perpetrado varios ataques a puestos policiales, sitios turísticos, locales comerciales y autobuses en diferentes lugares de Río de Janeiro.
Los hechos más graves se registraron en febrero pasado, en vísperas del Carnaval, cuando grupos de pistoleros quemaron casi un centenar de autobuses y, con disparos y amenazas, obligaron a varios comercios y escuelas a cerrar sus puertas.
La violencia de entonces obligó al Gobierno a desplegar a 3.000 militares en la ciudad para garantizar la seguridad pública durante el Carnaval.