BUENOS AIRES.- El candidato presidencial argentino Néstor Kirchner asegura que el apoyo del Gobierno de Eduardo Duhalde no significará "ningún condicionamiento o presión" en caso de que triunfe en la segunda vuelta electoral del 18 de mayo.
En entrevistas que publican hoy tres diarios de Buenos Aires, el gobernador de la sureña provincia de Santa Cruz incluso dijo que con Duhalde siempre tuvo "una relación de gran respeto pero también con muchas disidencias, algunas fuertes y públicas".
En las elecciones del pasado domingo Kirchner, que pertenece al gobernante Partido Justicialista (PJ-peronista), quedó segundo con el 22 por ciento de los votos gracias a la victoria que obtuvo en la provincia de Buenos Aires, el territorio político de Duhalde.
El 18 de mayo el candidato oficialista enfrentará al ex presidente Carlos Menem (1989-1999), también peronista y que el domingo obtuvo el 24,3 por ciento de los sufragios.
"Soy un hombre con profundas convicciones y no estoy sometido a ningún tipo de condicionamiento o presión, ni me gusta construir la política fiel a los aparatos", aclaró Kirchner, quien de todos modos agradeció el apoyo del sector del PJ que responde a Duhalde.
A juicio del dirigente, "la política es la arquitectura de construcción de poder" y aunque "muchos dicen que Kirchner le debe mucho a Duhalde", el jefe del Estado "no hubiera acompañado a un dirigente que cree que es un perdedor".
"Hay que invertir esta opinión. Nadie puede pensar que el presidente es tan torpe de acompañar a alguien que no tenía futuro o que estaba condicionado", añadió.
De cara a la segunda ronda, afirmó que no buscará "acuerdos de cúpulas" con los candidatos que quedaron afuera de esa instancia, pero si conversará con ellos para tratar de asegurar la gobernabilidad, que es "lo importante".
"Me parece que se acabó el voto corporativo. El 18 de mayo los argentinos van a elegir entre dos modelos", subrayó.}
El candidato que quedó en el segundo lugar el domingo opinó que lo ideal sería que en la segunda vuelta el electorado votase "con una calidad de alternativa" que permita acometer con fuerza "la construcción de un país diferente".
Kirchner, quien hizo hincapié en que no caerá en la soberbia ni el autismo si llega al poder, abogó por "volver a un país normal, donde los mejores vuelvan a ser los que más estudian, los que más trabajan, los más decentes", todo lo que, en su opinión, se perdió durante los diez años de gobierno de Menem.