BAGDAD.- La última vez que se exhibió la película "Blue Chill" en el Cine Atlas, el público gritaba "¡Sí! ¡Sí!" cada vez que los actores empezaban a besarse hasta que de pronto la película saltaba hasta la escena siguiente. El lunes, en cambio, reinaba un silencio expectante cuando aparecían parejas desnudas en la pantalla.
"La película es mucho mejor ahora porque tiene sexo", se entusiasmó Mohammed Taher, de 18 años. Desde el sábado, cuando la sala reabrió con una versión sin censura de la película, el muchacho vino a verla tres veces.
Bagdad ha vivido una revolución en las tres últimas semanas, desembarazándose de décadas de censura y control estatal. Los libros antes prohibidos, las antenas de satélite y los vídeos discompactos se venden en las calles, al igual que el alcohol y las prostitutas.
Nadie sabe cuánto durará el libertinaje. Los administradores estadounidenses de Irak reunieron el lunes a líderes políticos iraquíes para debatir un nuevo gobierno, y muchos habitantes de Bagdad creen que, una vez que esté instalado, algunas de sus flamantes libertades desaparecerán.
Horrorizados por los cambios, algunos iraquíes culpan a Estados Unidos por lo que califican de degradación cultural. Si continúa, prometen levantarse en una guerra santa contra las fuerzas estadounidenses de ocupación.
"Todo lo que se opone al islam, todo lo que odiamos, ha sido importado por los estadounidenses como una enfermedad", se quejó Abbas Hamid, un comerciante. "Los combatiremos. Ahora estamos cansados, pero descansaremos y usaremos nuestras armas para expulsarlos".
Por ahora, Hamid parece estar en minoría mientras los iraquíes descubren entusiasmados el mundo del vicio -y de la virtud- reprimidos por el régimen represivo de Saddam Hussein:
-Los adolescentes se extasían mirando el ombligo de Christina Aguilera por las antenas de satélite.
-Parejas jóvenes se besuquean en automóviles a la vera del camino, ocultos detrás de las ventanillas ahumadas que estaban prohibidas por Saddam porque impedían a la policía espiar a los automovilistas.
-Las prostitutas se pasean por las calles de algunos vecindarios ofreciendo su mercancía.
-Los entusiastas de los libros hojean entusiasmados obras políticas que podían haberles valido la tortura.
-Los líderes religiosos musulmanes chiítas observan imágenes en vídeo de ceremonias de la vecina Siria, que estuvieron prohibidas durante años.
"Antes, todo estaba prohibido excepto el aire", dijo el jubilado Mohammed Jabbar. "Ahora no tenemos electricidad, no tenemos agua, pero somos libres".
En las calles se venden cajas de cerveza Amstel y botellas de whisky Jack Daniel. En los últimos años, estaba prohibida la venta del alcohol en los lugares públicos.
"Ahora tengo libertad para hacer lo que quiero", dijo Firaz Sabi, ex reparador de neumáticos que vendía botellas robadas de Dewar en la calle. "Quizás hasta tenga la libertad para irme de Irak".