NASIRIYA.- Los habitantes de Nasiriya reabren viejas heridas y comienzan a exhumar cadáveres de chiíes ejecutados por el partido Baaz, enterrados en fosas comunes en las afueras de la ciudad.
Esta mañana, a cinco kilómetros al norte de la ciudad, cerca de la aldea de Madinat Baker, en una zona desértica, la población, bajo la supervisión de un clérigo, ha desenterrado dos grupos de cadáveres, uno con tres cuerpos y el otro con cuatro.
Ahora en el lugar sólo permanecen pedazos de ropa con piedras encima para que no se los lleve el viento, por si alguien los identifica. A su lado, dos anchos agujeros de tan sólo un metro y medio de profundidad.
Las telas están muy deterioradas, y los dibujos y los colores desgastados, pero entre ellas todavía se puede reconocer una de un vestido de mujer estampada con flores rojas y amarillas sobre un fondo azul.
A lo lejos se vislumbra, a pesar de la fuerte luz del sol, la vasta planta eléctrica que abastecía, la mitad del día en intervalos de tres horas, a casi un millón de habitantes de Nasiriya.
A unos cien metros se encuentra el único edificio en la zona, la tumba de Sayid Dahad, un descendiente del profeta Mahoma que es venerado por la población local.
Se trata de una modesta cúpula, pintada de verde. Cuatro banderas de ese mismo color en cada esquina parecen luchar por su permanencia contra el fuerte viento.
Udair Nuri, de 40 años, es uno de las varias docenas de personas que han venido a pie desde Madinat Baker para ayudar en la búsqueda de los cadáveres y las excavaciones.
Nuri lleva una bolsa de plástico debajo del brazo y en ella un manto de algodón blanco cuidadosamente doblado y preparado para envolver alguno de los cuerpos que encuentren, no importa cual con tal de que reciba un entierro digno.
Aunque no descubran su identidad, los cadáveres serán trasladados a Nayaf, ciudad santa donde los chiíes de Irak entierran a sus muertos.
"Sospechábamos que había gente enterrada aquí, pero no lo sabíamos con seguridad porque no podíamos acercarnos sin arriesgarnos a ser castigados", dijo Nuri.
Mañana, jueves, vendrán seis funcionarios de la municipalidad de Nasiriya responsables de la limpieza e higiene pública, que eran obligados a llevar a cabo los entierros en secreto.
Los familiares nunca eran informados de dónde se encontraban sus parientes, de hecho no sabían ni siquiera si habían sido ejecutados o se encontraban en prisión.
En la tierra, seca y de color marrón oscuro, se pueden descifrar antiguas huellas de excavadoras y de los dientes de las palas; a su lado, una fila de una media docena de pequeños montones de arena todavía por destapar.
Entre el colectivo humano allí reunido, Nayat Zubin, de 36 años y vestida de los pies a la cabeza de negro, busca a su marido, Salem Ashur, con el que tuvo tres hijos y que desapareció, como tantos otros, en los "vaciamientos" de 1991, cuando, después de la revuelta chií en el sur del país, el Ejército iraquí, tras retomar la ciudad, se llevó a todos los hombres, barrio por barrio y casa por casa.
Mientras, Nuri explica que uno de los cadáveres ha sido identificado como el de Ali Abu Hasan, un joven que intentó llevar a cabo un atentado suicida contra dirigentes del régimen en la sede del Partido Baaz el 28 de abril de 1994, fecha en la que se celebraba el cumpleaños de Sadam Husein.
Laiz Hamis, de 39 años, perdió a sus dos hermanos, Ali y Amar, en los "vaciamientos" de 1991, cuando estos tenían 15 y 19 años. Los tres fueron arrestados el 8 de marzo, pero él fue puesto en libertad después de 14 días.
"Es un problema que afecta a tres cuartas partes de la población. Manteníamos la esperanza de que continuaban encarcelados, pero hasta ahora no ha aparecido nadie que fuera arrestado en 1991 y ahora que empezamos a descubrir estas fosas comunes ya no sé que pensar", afirmó.
Su padre fue hace unos días a Bagdad a buscar los nombres de sus hijos en las listas de ejecutados que cuelgan en los hospitales y edificios oficiales, que se amplían a medida que grupos de gente sacan información de archivos que encuentran en los cuarteles de las fuerzas de seguridad.