BUENOS AIRES.- Los habitantes de la provincia argentina de Santa Fe, que sufrió la peor inundación en cien años, regresaban el sábado gradualmente a sus casas a medida que las aguas iban cediendo, en tanto la policía custodiaba las zonas afectadas para evitar saqueos.
El gobierno provincial informó que hasta ahora 18 personas -entre ellas dos pequeños de dos años- murieron a causa del desborde del Río Salado provocado por una inusual e intensa lluvia.
Los grupos de socorristas que trabajan en la zona estiman que las víctimas podrían ascender a medida que las aguas se retiren.
Se estima que un tercio de los 133.000 kilómetros cuadrados que posee la provincia, ubicada unos 500 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, están bajo el agua.
A la zona llegan donaciones hechas en todo el país, que incluyen alimentos, colchones y frazadas para las 35.000 personas que permanecen evacuadas en escuelas y centros comunitarios.
El Gobierno nacional, que declaró la región como "zona de emergencia", ha puesto a disposición de la provincia fondos especiales para la reconstrucción de las áreas afectadas.
Santa Fe es una provincia agrícola y ganadera, y se estima que las pérdidas generadas por las inundaciones superarán los 200 millones de dólares incluyendo las cosechas que no pudieron ser levantadas y la pérdida de cabezas de ganado.
Una industria en dificultades por el fenómeno es la láctea, concentrada en la provincia, y que debió trasladar sus animales a zonas limítrofes.
A pesar de la gravedad de la situación, el buen clima en la zona hace prever un rápido descenso de las aguas.
Ante denuncias de que varias casas fueron saqueadas en ausencia de sus moradores, el gobierno provincial incrementó la vigilancia y prohibió la navegación nocturna.
Equipos de demolición del Ejército hicieron volar por la noche del miércoles algunos terraplenes de defensa, lo que permitió que el agua comenzara a escurrirse hacia el vecino Río Paraná, en una de cuyas márgenes se levanta esta capital.
Las inundaciones se originaron por un abrupto e inusual desborde del Río Salado causado por una abundante lluvia que en cuatro días fue equivalente a la media anual. Sus aguas jamás habían pasado de los 7,16 metros, pero esta vez llegaron a los ocho metros, dijo la gobernación.