MOSCÚ.- Rusia celebró hoy el 58 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi en la II Guerra Mundial con un llamamiento del Presidente Vladímir Putin a la unión de "todos los países civilizados" contra el terrorismo internacional.
El jefe de Estado felicitó a sus compatriotas y recordó a los caídos en la guerra desde la tribuna que presidía la Plaza Roja de Moscú, a la vez que pidió que no se repitiera una contienda como la que hace más de medio siglo acabó con la vida de millones de rusos.
Las palabras de Putin contra la guerra y el terrorismo tuvieron un eco sangriento en la Chechenia en ruinas, donde un atentado con bomba dejó al menos un muerto y dos heridos en su capital, Grozni, y arruinó las celebraciones del Día de la Victoria.
A pesar del rechazo a la guerra formulado por Putin en la Plaza Roja de Moscú, la sangre sigue corriendo en Chechenia, donde pueden haber muerto en tres años y nueves meses de conflicto entre 30.000 y 80.000 personas, según diferentes fuentes.
Además del atentado de hoy, ocurrido en las cercanías del estadio "Dinamo" repleto de gente que conmemoraba la victoria de hace 58 años, en Grozni se produjeron otros dos ataques en las últimas 24 horas, que dejaron cuatro soldados heridos alcanzados por las granadas de los rebeldes.
El atentado de Grozni alteró el pulso de este día de fiesta en Rusia, pues recordó la brutal matanza terrorista que hace justo un año causó 45 muertos en la ciudad de Kaspiisk, en la vecina república rusa de Daguestán, al estallar una bomba al paso de un desfile militar.
Muchos de los 130 heridos en el atentado de Kaspiisk y familiares de los muertos (doce de ellos niños y 21 miembros de una banda militar de música) recordaron hoy la tragedia, atribuida a los rebeldes chechenes.
Mientras, en Moscú, después de que el ministro de Defensa ruso, Serguéi Ivanov, pasara revista a los soldados que tomaban parte en la parada de la Plaza Roja, Putin se dirigió a los militares, a los ciudadanos rusos y a la comunidad internacional para afrontar el terrorismo.
Según Putin, "actualmente se necesita la inestimable experiencia de unidad" demostrada en la II Guerra Mundial, pues "en el mundo ha aparecido un grave peligro global: el terrorismo internacional".
"Todos los países civilizados deben unir sus esfuerzos para combatirlo", explicó, a la vez que adelantaba su enésima apuesta por modernizar las Fuerzas Armadas rusas, cuya reforma acometida en los últimos años ha fracasado hasta el momento.
"Para acabar con ese mal (el terrorismo), las Fuerzas Armadas de Rusia deben ser fortalecidas. Debemos aprender del coraje de nuestros padres y abuelos. Ellos no tuvieron miedo de un enemigo fuerte y sin piedad. Su experiencia y victoria es nuestro tesoro y la luz que guía nuestros espíritus", dijo.
El ministro de Defensa ruso fue más allá y llegó a comparar el valor de los soldados del Ejército Rojo que se enfrentaron a la ocupación alemana al de las tropas rusas que combaten en Chechenia, a las que el Kremlin se dispone estos días a conceder el estatus de "fuerzas de paz".
Tras ser entonado el himno nacional ruso por primera vez a capella, dio comienzo el desfile de 5.000 soldados, precedidos, también por vez primera, por los 22 estandartes de las fuerzas y unidades soviéticas que pelearon en la II Guerra Mundial.
La ceremonia no contó esta vez con la presencia de los veteranos supervivientes de la contienda mundial, muchos de los cuales acudieron a los encuentros de ex combatientes celebrados en los parques moscovitas de Gorki, Sokólniki, Kolómenskoe e Ismailovski.
Muchos participaron en la manifestación convocada en el centro de Moscú por el Partido Comunista, que arremetió contra el Gobierno por la miserable condición en la que malviven decenas de miles de supervivientes de la guerra, con apenas 40 dólares mensuales de pensión para sobrevivir.
Los comunistas rusos aprovecharon para atacar a Estados Unidos, al que designaron como nueva bestia parda "heredera de los nazis" por su invasión de Irak.
"¡El fascismo no pasará!", "Abajo el fascismo norteamericano!", gritaron las decenas de miles de seguidores comunistas, la mayor parte ancianos, que desfilaron por la avenida Tverskaya camino de la Lubianka, plaza que alberga el bastión de los servicios secretos rusos y antaño cuartel general del temido KGB.