LONDRES.- El Gobierno británico publicó este lunes un informe en el que reconoce que, durante casi treinta años, los cerebros de miles de enfermos mentales fueron extirpados ilegalmente después de su muerte para cederlos a experimentos científicos.
El Ejecutivo de Londres admitió la negligencia y prometió una nueva legislación para evitar casos similares en el futuro.
El informe, redactado por el doctor Jeremy Metters, asesor médico del Gobierno, indica que, aunque es muy difícil dar una cifra exacta, decenas de miles de cerebros fueron extraídos entre 1970 y 1999 sin el consentimiento de los familiares del fallecido.
Según Metters, los requisitos exigidos fueron "continuamente ignorados" por numerosos médicos que transgredieron las leyes por no pedir el permiso pertinente de las familias.
"Es algo ofensivo para muchos familiares, especialmente aquellos que pertenecen a grupos religiosos, y que ahora se preguntan porqué no tuvieron la oportunidad de expresar sus objeciones", añadió.
Además, el documento, encargado por el ministro británico de sanidad, Alan Milburn, recomienda que este comportamiento irresponsable de los profesionales de la Medicina pase a ser tipificado como delito.
En este sentido, el jefe médico de Inglaterra, el profesor Liam Donaldson, afirmó que los sucesos investigados por el Gobierno son un "insulto para las familias" y adelantó la puesta en marcha de una nueva legislación que impida hechos similares en futuro.
Pese a las conclusiones del Ejecutivo, la organización benéfica de salud mental SANE recalcó que es esencial que ese descubrimiento no obstaculice las futuras investigaciones científicas sobre enfermedades mentales.
"El estudio de los cerebros de personas que han sufrido enfermedades de este tipo está casi paralizado y sin él nunca descubriremos el remedio", afirmó la directora ejecutiva de SANE, Marjorie Wallace.
"La única forma de seguir adelante es la investigación post mortem", subrayó Wallace, al pedir al Gobierno la creación de un banco nacional de almacenamiento de cerebros y una simplificación de las leyes sobre la donación de órganos.
La negligencia médica se descubrió a raíz del caso de Cyril Isaacs, que se suicidó en 1987 por una depresión y cuyo cerebro fue extirpado y guardado en un estante hasta su incineración en 1993, tras considerarse que no servía para su estudio.
La esposa de Isaacs, Elaine, no dio nunca su consentimiento para el uso del cerebro de su marido debido a su fe judía, supo lo sucedido a través de una investigación del Consejo Médico General británico acerca de las actividades de su médico de cabecera.
"Estamos hablando de los derechos humanos más básicos de una persona, que no se pierden sólo porque te hayas muerto", protestó hoy Elaine Isaacs.