JERUSALEN.- El gobierno israelí de Ariel Sharon y el gobierno palestino de Mahmud Abbas afrontaban este lunes una nueva campaña de atentados de los movimientos islamistas, que desde el sábado pasado realizaron cinco ataques con el resultado de doce israelíes muertos además de los cinco kamikazes.
Según la policía israelí, un kamikaze mató a tres personas e hirió al menos a otras treinta al hacer estallar la carga explosiva que llevaba consigo a la entrada del principal centro comercial de Afula, ciudad israelí situada a unos diez kilómetros al norte de la ciudad palestina autónoma de Jenín (norte de Cisjordania).
En un llamado telefónico a la agencia France Presse, una persona reivindicó el atentado en nombre del Yihad islámico, movimiento que tiene en Jenín a uno de sus principales feudos.
La segunda cadena privada de la televisión israelí afirmó que una mujer, que trabajaba de guardia, figuraba probablemente entre los muertos, ya que fue quien impidió que el kamikaze ingresara al centro comercial.
Desde el sábado por la noche otros cuatro atentados suicidas reinvidicados por el movimiento islamista Hamas se saldaron con nueve muertos además de los cuatro kamikazes.
El primero fue perpetrado el sábado en Hebrón (Cisjordania), poco antes de que el Primer Ministro israelí Ariel Sharon y su homólogo palestino Mahmud Mabbas se reunieran por primera vez.
Luego, otros dos atentados sacudieron Jerusalén el domingo, mientras que otro kamikaze hizo estallar la carga que portaba este lunes por la mañana en la franja de Gaza, hiriendo a tres soldados.
Tras esta ola de atentados, el Primer Ministro israelí Ariel Sharon aplazó el domingo la entrevista que tenía previsto mantener esta semana en Washington con el Presidente estadounidense George W. Bush.
Sharon anunció este lunes ante los diputados de su partido, el Likud (derecha), que había acordado con Abbas mantener un nuevo encuentro, aunque no precisó la fecha.
Por su parte la dirección palestina condenó este lunes el atentado suicida y se comprometió a reconstituir sus fuerzas de seguridad para hacer frente a la violencia.
"Condenamos con firmeza el ataque de Afula al igual que los de Jerusalén y de Hebrón", afirmó en un comunicado la dirección palestina, que incluye al gobierno y al comité ejecutivo de la Organización de Liberación de Palestina (OLP).
"Este ataque contra civiles quiere destruir todos los esfuerzos de paz y la oportunidad de aplicar la Hoja de ruta (plan de paz internacional para la zona) que debe conducir a un Estado palestino y al fin de la ocupación israelí de nuestra tierra", indicó el comunicado.
"La dirección (palestina) va a adoptar sin demora medidas para reconstruir sus fuerzas de seguridad y establecer una paz duradera en la región", añadió la nota.
Israel cerró totalmente a partir del domingo por la noche los territorios palestinos e intensificó su campaña contra el presidente de la Autoridad Nacional Palestina Yasser Arafat, descartando sin embargo la posibilidad de desterrarlo.
Israel acentuó además la presión sobre Arafat decidiendo boicotear a cualquier dirigente extranjero que se reúna con él en el futuro.
Responsables israelíes acusaron a Arafat de alentar los ataques anti-israelíes, incluídos los del Hamas y de "coordinar el terrorismo".
Para Sharon, sin embargo, desterrar a Arafat tendría más inconvenientes que ventajas, ya que eso equivaldría a "extenderle la alfombra roja en el extranjero", aseguró.
"Mi posición a favor de un destierro (de Arafat) es conocida y no descarto dicha medida en el futuro si él continúa alentando el terrorismo. Pero por el momento no es oportuna", declaró este lunes el ministro israelí de Defensa, Shaul Mofaz.
Arafat, que rechazó el domingo las acusaciones dirigidas en su contra por las autoridades israelíes, recibió en Ramalá a una delegación de la Asamblea nacional francesa (parlamento).
Tras el atentado de Afula, la Casa Blanca declaró que "Arafat no (había) desempeñado nunca un papel útil" a favor de la paz, mientras Bush aseguró que seguía teniendo "confianza" en la capacidad de Estados Unidos "para hacer avanzar el proceso de paz" a pesar de todo.
Desde el comienzo de la Intifada, a finales de septiembre de 2000, han muerto 3.258 personas, entre ellas 2.456 palestinos y 742 israelíes.