CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Juan Pablo II dijo hoy que el conflicto israelí-palestino sólo será resuelto cuando existan dos estados independientes y soberanos y subrayó que sobre el futuro de Jerusalén no se pueden tomar decisiones unilaterales.
El Pontífice hizo estas manifestaciones en el discurso que dirigió al nuevo embajador de Israel ante la Santa Sede, Oded Ben Hur, que presentó sus cartas credenciales al Papa en el Vaticano, pocos minutos antes de que Juan Pablo II recibiera al secretario de Estado de EE.UU., Colin Powell.
"La Santa Sede está convencida de que el presente conflicto sólo se resolverá con dos estados independientes y soberanos. Dos pueblos, Israel y Palestina, están llamados a convivir uno al lado del otro, en libertad, soberanía y respeto mutuo", afirmó Juan Pablo II.
El Obispo de Roma mostró su satisfacción por el hecho de que el Gobierno de Israel haya aprobado el plan de paz conocido como "Hoja de Ruta". El Papa animó a Israel a seguir por ese camino y afirmó que se trata de una señal muy positiva.
Respecto a Jerusalén, la ciudad santa, donde viven cristianos, judíos y musulmanes y que se disputan como capital los israelíes y los palestinos, el Papa afirmó que no se puede adoptar ninguna decisión unilateral "ni por razón alguna".
"El estatus de los lugares sagrados de Jerusalén, así como las cuestiones territoriales, el problema de los refugiados palestinos y los asentamientos israelíes tienen que ser sometidos a una negociación abierta, sincera. Por ninguna razón puede ser adoptada una decisión unilateral", afirmó el Papa.
Juan Pablo II condenó el terrorismo y la violencia, "que nunca se pueden aceptar".
Agregó que todo estado tiene derecho a defenderse contra el terrorismo, pero que ese derecho tiene que ser puesto en marcha respetando los límites morales y legales de los fines y de los medios.
El Papa abogó para que la violencia y el terror, la intolerancia y el fanatismo dejen paso en Tierra Santa a una era de justicia, reconciliación y armonía.
Juan Pablo II también se refirió en su discurso a las dificultares que atraviesan los católicos en Tierra Santa, que cada vez son menos. El Papa insistió en la necesidad de que cristianos, musulmanes y judíos vivan en armonía.