NACIONES UNIDAS.- El jefe de los inspectores de la ONU, Hans Blix, asegura en su último informe sobre el desarme de Irak, el primero desde que acabó la guerra, que su equipo no "encontró evidencias" de la existencia de armas prohibidas en este país.
Este informe de la Comisión de las Naciones Unidas para la Inspección, Vigilancia y Verificación (UNMOVIC) del desarme de Irak, hecho público hoy, será analizado por el Consejo de Seguridad el próximo jueves.
Dadas las circunstancias que han ocurrido desde su anterior informe trimestral -el ataque armado, el derrocamiento del régimen y el envío, por parte de EE.UU., de sus propios inspectores de desarme- Blix ha querido aprovechar esta ocasión para realizar un análisis más amplio de todo el trabajo realizado por su equipo desde el año 1999.
Además, se da la circunstancia de que éste será uno de los últimos documentos que suscriba Blix, dado que a finales de este mes finaliza su contrato con las Naciones Unidas.
En el informe, Blix recuerda que desde 1999, la UNMOVIC "no encontró evidencias de la continuación o reanudación (por parte de Irak) de programas de armas de destrucción masiva o de cantidades significativas de armamento prohibido".
Además, reconoce que, con anterioridad al año 1990, los inspectores sí descubrieron un pequeño número de cabezas explosivas cargadas con armas químicas que fueron producidas antes del año 1990, y que fueron destruidas.
El trabajo de los inspectores tuvo que ser suspendido por las evacuaciones del personal de Irak el 18 de marzo, la víspera del inicio del ataque armado de Estados Unidos y Gran Bretaña contra este país.
Blix explica que los iraquíes, que anteriormente no habían colaborado en "sustancia" con los inspectores, comenzaron a finales de enero a "dedicar unos mayores esfuerzos" en ayudar a la UNMOVIC a investigar aspectos como la producción y destrucción del ántrax, del gas nervioso o de los misiles de larga distancia.
"A pesar de estos esfuerzos -se lamenta el jefe de los inspectores de la ONU- se produjeron sólo pequeños progresos en la solución de estas cuestiones durante el periodo en el que la UNMOVIC desarrolló sus operaciones en Irak".
Como ejemplo de la colaboración del régimen de Bagdad, Blix informa al Consejo que fueron los propios iraquíes los que, en presencia de los inspectores, desenterraron un gran número de bombas "R 400", que habían contenido agentes biológicos, y que fueron destruidas unilateralmente en 1991.
Otro ejemplo fueron los esfuerzos de los iraquíes por demostrar, con análisis de muestras de tierra, que se había deshecho de todas sus existencias de ántrax, si bien este estudio no pudo demostrar qué cantidad de esta sustancia se había destruido.
Además, el régimen de Bagdad entregó a los inspectores una lista de las personas que en 1991 habían participado en la destrucción del ántrax.
"Lamentablemente -reconoce Blix- esta lista se recibió poco tiempo antes de que se suspendieran las inspecciones, y la UNMOVIC no tuvo la oportunidad de embarcarse en una series de entrevistas potencialmente importantes".
Al final del informe, Blix urge al Consejo a que decida el rápido regreso de los inspectores a Irak, si bien reconoce que las fuerzas aliadas que invadieron el país han desplazado sus propios equipos para tratar de verificar la existencia de las armas prohibidas.
Aunque esta labor corresponde a la UNMOVIC y a la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), Blix asegura que estos organismos sólo han tenido conocimiento de los hallazgos y descubrimientos de las fuerzas aliadas "a través de los medios de comunicación".
Además, "ni estas unidades ni la Coalición ha pedido ninguna información o asistencia a la UNMOVIC" en este periodo de tiempo, afirma.