BAGDAD.- El valioso tesoro de Nimrod, que se creía robado por los saqueadores tras la caída de Saddam Hussein, fue rescatado desde los sótanos del Banco Central de Irak, que hoy reanudó sus actividades dos meses después del fin de la guerra.
En medio del caos y la tristeza que todavía padecen millones de iraquíes, los alrededores del Banco Central iraquí, el segundo en importancia del país, era hoy un bullicio de empleados felices por su vuelta al trabajo.
De ellos, quizá el más alegre era su director, Faleh Daud Salman, quien además confirmó que en los últimos días se había recuperado de las entrañas del edificio el tesoro de Nimrod, una colección de más de un centenar de joyas y oro patrimonio de las antiguas reinas asirias del Siglo IX a.C.
"La colección nunca desapareció. Sólo esperábamos a que se dieran las condiciones de seguridad necesarias para volver a sacarlo a la luz", explicó Salman.
Pese a que se ha especulado mucho sobre el saqueo perpetrado tras la guerra en el Museo Nacional de Irak, en las últimas semanas se ha sabido que las piezas de mayor valor fueron escondidas por las autoridades iraquíes un mes antes de que comenzaran los bombardeos.
Igual medida se tomó durante la Guerra del Golfo de 1991, cuando la colección Nimrod, recién descubierta, descansó por primera vez en las secretas y profundas cámaras del Banco Central de Irak.
Para evitar que los piratas llegaran al tesoro, los sótanos fueron inundados y han tenido que ser drenados para recuperar las joyas, que ahora están bajo observación para cuantificar los daños que han podido sufrir.
El tesoro fue descubierto para la arqueología a finales de la década de los '80 en las tumbas halladas en las ruinas de la antigua ciudad de Nimrod, a unos 35 kilómetros al sureste de la localidad septentrional iraquí de Mosul.
Reanudación de actividades
Pero el director Salman tenía también hoy un segundo motivo de alegría: después de casi dos meses de paro por la guerra, la entidad reanudó su actividad en medio de un severo dispositivo de seguridad estadounidense, que no permitía a los clientes acceder a la oficina central en Bagdad.
A primera hora de la mañana, la calle que separa los edificios del Banco Central de Irak y su competidor Al Rafidain, junto al foco más populoso de la ciudad, era un hervidero de gente después de que los 1.700 empleados de la entidad cobraran el salario de dos meses, además de una paga extraordinaria de 50 dólares.
"Nos han entregado 400.000 dinares (unos 175 dólares) además de un extra por ayuda de emergencia", explicó Randa Hamid, mientras salía junto a dos de sus compañeras de la sede bancaria, donde los trabajos de reconstrucción todavía no han borrado las heridas abiertas por los bombardeos.
A la derecha de Randa, Marwa Jaled, cajera de 40 años, mostraba también una amplia sonrisa pero matizaba que su entusiasmo era limitado "porque no me gusta la situación que hemos vivido y la manera en la que está el país".
Aparte de que las fuerzas de EE.UU. que rodeaban con tanques las calles aledañas han impedido el acceso al Banco, la apertura de la institución ha tenido sólo carácter simbólico, ya que la mayor parte de la plantilla no volverá a trabajar hasta el próximo 15 de junio, cuando se espera que el restablecimiento de las comunicaciones permita el reinicio de las transacciones más elementales.