ZAGREB.- La reconciliación entre croatas y serbios, a la cual instó hoy el Santo Padre Juan Pablo II durante la misa celebrada en Osijek, aparece aún lejana a ocho años de la conclusión de la guerra, sobre todo en Eslavonia oriental. En Vukovar serbios y croatas, 36.000 personas, viven una existencia separada en la misma ciudad.
Para los niños existen escuelas serbias y escuelas croatas, para los adultos bares serbios y bares croatas. Para todos una vida triste en una zona donde la desocupación alcanza entre 30 y 35 por ciento, nutrida por el nacionalismo de ambos campos.
Son aún muchos los edificios que muestran las heridas de los bombardeos del otoño de 1991. Vukovar fue asediada durante tres meses y cayó el 18 de noviembre de 1991.
Hasta 1996 permaneció bajo el control de los secesionistas serbios de Croacia y por dos años sucesivos pasó al mando de un "gobernador" de Naciones Unidas gracias al acuerdo de Erdut después de que la comunidad internacional logró convencer al entonces presidente croata Franjo Tudjman de detener los tanques y aceptar la reintegración pacífica de Eslavonia.
La región fue restituida a la soberanía de Zagreb en enero de 1998 y muchos serbios la abandonaron, mientras otros se quedaron para no terminar en los campos de refugiados de Serbia y afrontar la vida miserable que les tocó en suerte a los muchos serbios de Krajina que huyeron en 1995 ante la ofensiva de las tropas de Tudjman. Desde hace años todos parecen conducir una vida suspendida entre una guerra que terminó y una paz que no fue alcanzada.
Mientras tanto, las relaciones entre Serbia y Croacia agregan día tras día una tesela más al mosaico de la normalización a través de nuevas relaciones económicas, políticas y culturales.
La situación económica de Eslavonia, el granero de Croacia, se vio agravada este año por la sequía que desde hace algunos meses ha afectado la región y que, según los cultivos, ha reducido la cosecha en un porcentaje que varía del 30 al 60 por ciento.
Por ese motivo, también el Papa exhortó a los campesinos de Eslavonia "a no perder la confianza aún cuando vuestras vidas son fatigosas y no siempre la abundancia de los frutos de la tierra corresponde al duro esfuerzo que se os pide".