FALLUJA, Irak.- Bajo ataques y rechazados por los iraquíes, los soldados de la Tercera División de Infantería de Estados Unidos estacionados en la conflictiva poblacióín de Falluja mostraron amargura por la decisión de que que permanecerán indefinidamente en Irak.
"Es una sorpresa", dijo el sargento Josh Holt, de Montgomery, en el estado norteamericano de Alabama.
Enfrentando crecientes amenazas en Irak, el ejército dijo el lunes que miles de soldados de la Tercera División de Infantería mecanizada permanecerán en el país a pesar de aneriores planes difundidos de enviarlos a casa en julio o agosto.
La división fue la primera en entrar a Bagdad durante la guerra y ha estado en la región del Golfo Pérsico desde septiembre del 2002, cayendo 37 de sus miembros.
"Tres veces distintas nos dijeron que regresaríamos a casa en dos meses. No es un buen momento para hacer un anuncio de este tipo. Estamos totalmente desmotivados", dijo el sargento Chris Grisham, un oficial de inteligencia.
"Ha sido muy duro. Yo tuve que llevar a su casa a un niño de siete años cuyo padre murió en un enfrentamiento con nosotros. La familia lloró mucho. Estoy seguro que tratarán de vengarse. Así son las cosas aquí en Irak", dijo por su parte Holt.
Tras escuchar que permanecerán varios meses más en el país, los soldados de la división se mostraron sorprendidos y amargados. Eso significa que las arenosas calles de Falluja serán el escenario de su futuro inmediato.
El comandante de la Tercera División, el general Buford Blount, dijo que las tropas estadounidenses, incluido él mismo, estaban listas para ir a casa pero necesitan mantenerse comprometidos en su tarea.
"Estos soldados han estado aquí durante (...) meses tras un duro entrenamiento en el desierto por seis meses. Estan haciendo un trabajo duro", declaró.
"Están haciendo un buen trabajo aquí. La moral es alta. Estamos tratando de sacarlos de aquí. Pero deben permanecer concentrados en su misión", agrego.
Los soldados tienen, entre otras, la tarea de estabilizar Irak y controlar ciudades volátiles como Falluja, donde el sentimiento antiestadounidense está creciendo cada día y por lo tanto las tropas son atacadas casi a diario.
"La decisión (de quedarse) está causando muchos problemas maritales. Estoy tratando de ser positivo, pensando que voy a salir de aquí en una pieza", dijo el soldado Christian Maldonado.
Los soldados de la Tercera de Infantería se mostraban también desconsolados en la localidad cercana de Habbaniyah.
"Siento un nivel de desesperanza que nunca había sentido antes en mi vida. Me siento como si me hubieran noqueado de un puñetazo", dijo el sargento Eric Wright.
Los soldados estadounidenses no fueron los únicos en recibir la noticia de su permanencia con amargura, también los iraquíes querían verlos marchar.
"Nos enfurecemos cuando vemos a estos soldados pasar en sus vehículos blindados. No hay ninguna seguridad aquí. Si se quedan, vamos a pelear contra ellos con nuestras armas", dijo Ahmed Abdel Razak, mientras fumaba un narguile o pipa de agua en un mercado local.
Un iraquí detuvo su auto y se bajó a decirle, con alegría, que escuchó que un tanque de Estados Unidos había sido atacado.
A veces, los soldados en Falluja interrumpen sus patrullajes para acercarse a los iraquíes buscando ganarse su buena voluntad, pero esas improvisadas campañas de relaciones públicas suelen terminar en agrias discusiones por la falta de energía eléctrica y agua potable.
De pie, bajo el intenso calor de un sol abrasador en el desierto iraquí, un soldado escucha las quejas de un grupo de locales mientras se sacude un polvo blanco de su uniforme, que es producto del sudor seco en sus ropas.
Sus compañeros, nerviosos, custodian los alrededores con sus fusiles semiautomáticos M-4.
"Mientras pueda seguir recibiendo mi correo y pueda llamar a casa de vez en cuando, podré sobrevivir", dijo Torrence Gilliam, un soldado raso originario de Spartanburg, Carolina del Sur.