Gloria Macapagal, la Presidenta de Filipinas, ordena la detención de posibles soldados y policías subversivos. (AP)
MANILA.- Cerca de 30 soldados sublevados pusieron explosivos en un centro comercial del barrio financiero y diplomático de la capital de Filipinas tras una alerta del ejército sobre un posible golpe de estado.
El complejo Glorietta, que incluye uno de los centros comerciales más grandes de la capital filipina, se hallaba vigilado por pocos guardias de seguridad.
Soldados con ropas de combate fueron vistos cuando colocaban explosivos plásticos C-4. Seis guardias de seguridad de la tienda por departamentos Rustan cerraron las puertas y huyeron al ver a soldados colocar bombas también en la entrada al centro comercial.
Informes de radio dijeron que unos 100 hombres estuvieron involucrados en el incidente.
Los soldados vestían ropas de combate, gorras de beisbolistas y mochilas negras, y estaban armados con fusiles. Algunos usaban bandas de color rojo en sus brazos y obligaron a los periodistas a abandonar el sitio.
El jefe del estado mayor de las Fuerzas Armadas, Narciso Abaya, expresó el apoyo del ejército a la presidenta Gloria Macapagal Arroyo, quien esta mañana ordenó la búsqueda y arresto de oficiales y soldados del Ejército y la Marina que han desertado de sus puestos como parte de un presunto intento de golpe de estado contra su gobierno.
La mandataria emitió su declaración tras una reunión de emergencia del gabinete en el palacio presidencial de Malacanang -donde fueron intensificadas súbitamente las medidas de seguridad-.
’’Bajo mis órdenes, las fuerzas armadas y la policía nacional se han lanzado a la búsqueda y arresto de una pequeña banda de jóvenes oficiales y soldados sublevados que han desertado de sus puestos y se han llevado consigo ilegalmente armas’’, dijo la dirigente en una declaración emitida por radio.
Arroyo emitió la orden contra diez oficiales jóvenes del Ejército y la Marina, casi una semana después de que se conocieran rumores acerca de que un grupo de militares descontentos estaba complotando contra su gobierno.
Según la jefa de Estado, mientras ella intentaba calmar a los militares escuchando sus demandas, ’’estos oficiales inconformistas rompieron la estricta cadena de mando militar’’. ’’Han violado la ley’’, añadió, por lo que ’’enfrentarán una corte marcial’’.
El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Narciso Abaya, señaló que se cree que unos 50 soldados se unieron a los diez oficiales en el abandono de sus puestos.
Abaya dijo que se desconoce dónde se encuentran ahora los rebeldes. ’’Un pequeño grupo como éste, si está bien armado, puede causar mucho daño’’, afirmó a la prensa tras reunierse con Arroyo, miembros del gabinete y funcionarios de seguridad en el palacio presidencial, que se encuentra fuertemente custodiado.
Algunas horas antes de la detención, el arzobispo de Manila, cardenal Jaime Sin, dijo que se intentaba desestabilizar al gobierno y pidió a los filipinos que se mantuvieran alerta.
En una carta distribuida por su oficina, el prelado católico dijo que “fuentes creíbles” del gobierno y de las fuerzas armadas señalaban que los conspiradores trataban de “socavar y de ser posible derrocar mediante la violencia las instituciones democráticas de nuestro país”.
Como líder de la poderosa iglesia católica de Filipinas, Sin tiene extensos contactos a nivel gubernamental y militar. El prelado no identificó a los conspiradores pero recordó a los filipinos que deben “adoptar cualquier acción que sea necesaria para proteger vuestra presidenta”.