MANILA.- La Presidenta de Filipinas, Gloria Matapagal Arroyo, dio por terminada la crisis militar que sostenía su país desde ayer, tras anunciar la retirada a los cuarteles de los casi 300 militares sublevados en la capital.
Macapagal Arroyo manifestó que "ha sido un triunfo de la democracia".
Agregó que "esta crisis no ha afectado a la seguridad nacional ni a la estabilidad política. Es un asunto doméstico, no ideológico ni fundamentalista".
La rendición de los 296 militares sublevados, de ellos 70 oficiales, se produjo después de 17 horas de asedio en uno de los edificios comerciales y de apartamentos más emblemáticos del distrito financiero de Manila, donde se habían atrincherado.
El anuncio se produce después que el Gobierno había extendido, de manera indefinida, el plazo al grupo de sublevados que pedía la dimisión de la Presidenta.
Macapagal Arroyo, había declarado el "estado de rebelión", a los amotinados para que se rindieran, con la advertencia de que en caso contrario haría uso de la fuerza.
Los alzados estaban dirigidos por un grupo de veinte oficiales de elite, capitanes y tenientes, graduados en al Academia Militar y que no superan los 32 años.
El teniente Antonio Trillanes, el jefe de los alzados, pidió mediante un comunicado la dimisión de Macapagal Arroyo y de algunos de sus ministros, entre ellos el titular de Defensa, Angelo Reyes.
Según él, la Presidenta filipina es responsable de la corrupción que mina el sistema del Estado y el estamento castrense.
Trillanes acusó a la Administración de los dos atentados ocurridos en marzo y abril pasados en la ciudad de Davao (sur), que se cobraron 35 vidas humanas, y de vender armas a los grupos insurgentes.
Estos militares se agruparon bajo la consiga de "Magdalo", el nombre de uno de los grupos revolucionarios filipinos surgido a finales del siglo XIX para combatir al colonialismo español.
A diferencia de la guerra de la independencia filipina, la acción de los militares amotinados no consiguió arrastrar pasiones en el archipiélago entre el pueblo ni entre compañeros de armas.
El paso siguiente fue darles un ultimátum y después declarar el "estado de rebelión".