WASHINGTON.- El presidente estadounidense, George W. Bush, inicia este sábado cuatro semanas de vacaciones en momentos en que su administración enfrenta, además de críticas por las dificultades encontradas en Irak, una economía con pocas muestras de recuperación y la caída de la popularidad del mandatario.
"Tal como pueden ver, logré mi receso de verano", ironizó Bush ante el poco entusiasmo de la prensa que deberá soportar en las próximas cuatro semanas la canícula y el aburrimiento del pueblo de Crawford, Texas (centro-sur) donde el mandatario tiene sus 650 hectáreas de campo.
Sin embargo, ante el descenso registrado por los sondeos de su popularidad, Bush no permanecerá inactivo.
En ese lapso realizará varios viajes para defender su gestión y preparar la elección presidencial de noviembre de 2004.
Desde la victoria de su partido Republicano en las elecciones legislativas de mitad de mandato en noviembre pasado, la situación cambió.
Los últimos dos meses fueron difíciles para el mandatario, ya que la caída de Saddam Hussein no trajo la esperada estabilización de Irak y el derrocado líder continúa libre.
Además, aunque sus dos hijos fueron muertos, las supuestas armas de destrucción masiva -que sirvieron de argumento a Washington y Londres para lanzar la guerra- siguen sin aparecer, con lo cual la coalición enfrenta acusaciones de uso de información por lo menos dudosa para ejemplificar el riesgo que implicaba Hussein.
Para enfrentar las críticas, la administración Bush adoptó la política de "pasarse la pelota".
La responsabilidad por el uso de información falsa con respecto a intentos de Irak de comprar uranio en Africa fue adjudicada primero a la CIA, luego a un consejero presidencial, y finalmente el jueves fue Bush quien la aceptó como propia.
Pero la polémica no termina ahí.
La oposición demócrata se apoya en el hecho de que las armas de destrucción masiva iraquíes aún no fueron encontradas y que las bajas entre las tropas estadounidenses en Irak aumentan a diario.
"Para hacer callar a los críticos y pesimistas sobre las intenciones reales de Estados Unidos, debemos aportar pruebas, lo comprendo perfectamente. Estoy seguro de que nuestras investigaciones demostrarán algo de lo que estoy convencido, de que Saddam Hussein tenía un programa de armas", declaró el presidente el miércoles en la Casa Blanca.
La economía es otro foco de preocupación ya que, en 1992 pese a derrotar a Irak, costó la reelección a George Bush padre y su hijo quiere evitar el mismo destino.
Las últimas cifras parecen mostrar una leve mejoría en el crecimiento de la economía en el segundo trimestre y un descenso a 6,2% de la tasa de desempleo, que en junio había alcanzado el nivel más alto en nueve años con 6,4%.
Pero esta baja esconde la pérdida neta de 44.000 empleos en julio en vez de la creación de 10.000 puestos netos esperados por los analistas.
El presidente afirmó este viernes que ve "señales esperanzadoras" de que el ritmo de la economía se acelera.
"Sin embargo el nivel de desempleo es todavía demasiado alto. No descansaremos hasta que los estadounidenses que buscan un trabajo encuentren un puesto", prometió.
Los contribuyentes estadounidenses recibirán en agosto el reembolso de impuestos previsto por el programa de reactivación económica defendido por Bush, pero los demócratas denuncian que dichas devoluciones tendrán consecuencias negativas sobre los ya considerables déficit presupuestarios.
Aunque el Partido Republicano ostenta la mayoría en el Congreso, Bush no logra hacer aprobar sus proyectos prioritarios. La reestructuración del sector de la energía y la reforma de la seguridad social permanecen bloqueadas en vísperas del receso legislativo de agosto.
En cuanto a la popularidad de Bush, que sigue relativamente alta, sufrió una sensible caída.
Según un sondeo conjunto de Wall Street Journal / NBC News publicado el jueves, 56% de los estadounidenses se declaran satisfechos de su mandatario, contra 62% que lo había hecho en mayo.
Los resultados de otra encuesta, realizada por Gallup / CNN / USA Today publicada el miércoles, señalan que solamente 47% de los entrevistados votaría por Bush en la elección de 2004.