YAKARTA.- La Justicia indonesia condenó hoy a muerte a Ali Amrozy, el primer procesado por los sangrientos atentados de Bali del pasado octubre, que acabaron con la vida de 202 personas e hirieron a otras 350, la mayoría turistas extranjeros.
"Amrozy es culpable de terrorismo. Por ello dictamos una sentencia de muerte", leyó el presidente del tribunal, el magistrado I Made Karna, tras una maratónica sesión de más de siete horas en la que se repasó el veredicto, de 223 páginas.
El condenado, vestido con una amplia camisa blanca y un bonete musulmán, mostró una amplia sonrisa al oír la sentencia, se volvió hacia el público de la sala y levantó los pulgares de ambas manos en señal de victoria.
Amrozy tiene ahora una semana para apelar la sentencia y sus abogados han declarado que presentarán la apelación mañana, viernes.
Durante los casi tres meses que se ha prolongado el juicio, el acusado, un mecánico de 40 años, ha mantenido siempre una actitud desafiante, mezclada en ocasiones con amenazas de nuevos atentados y acusaciones contra Occidente.
Apodado por los medios locales como "el terrorista sonriente" por la jovialidad con la que se tomaba los cargos contra él, Amrozy había asegurado que no le importa enfrentarse a la muerte y convertirse en un mártir.
El indonesio, detenido a principios de noviembre en Java Oriental, admitió ante las autoridades de su país que él adquirió el vehículo y los explosivos utilizados en el sangriento atentado y los introdujo en la turística isla.
Al filo de la medianoche del pasado 12 de octubre, dos bombas estallaron casi simultáneamente frente a dos abarrotados locales nocturnos de la balinesa zona de Kuta y causaron la peor masacre de la historia de Indonesia.
Las confesiones de Amrozy permitieron a la Policía detener a una treintena de personas que se cree que también participaron en el ataque, que supuso un duro golpe para un país que hasta entonces negaba la presencia de grupos terroristas dentro de sus fronteras.
Inmediatamente todos señalaron a la organización Jemaah Islamiya (JI), considerada el brazo de Al Qaida en el Sudeste Asiático, como la culpable de la tragedia ocurrida en uno de los paraísos turísticos del planeta.
Sólo una semana después del atentado, el Parlamento indonesio aprobó, con carácter de urgencia, una nueva legislación que contempla la pena de muerte y multas millonarias para los culpables de actos terroristas que se traduzcan en matanzas o destrucciones masivas.
El carácter retrospectivo de esa ley fue el que ha permitido aplicar la pena máxima en el proceso contra Amrozy.
Para los analistas, este juicio suponía una prueba de fuego para el Gobierno de Yakarta a la hora de mostrar su compromiso en la lucha global contra el terrorismo, en la que se implicó de lleno tras los sucesos de Bali.
El veredicto contra Amrozy se dio a conocer dos días después del atentado perpetrado en el hotel Marriott de Yakarta, que acabó con la vida de una decena de personas y causó heridas a más de 150.
Los explosivos utilizados en este ataque eran, según la Policía, similares a los usados en Bali, por lo que todo apunta a que JI estaría también detrás del último atentado en Indonesia y que sus líderes continúan en libertad.
Además, hoy se supo que una cámara de televisión colocada en el Marriott filmó el atentado y confirma que se trató de un ataque suicida, mientras que las autoridades aseguran haber identificado al propietario del coche-bomba.
El de Amrozy es el primero de una treintena de juicios relacionados con el atentado de Bali, y está previsto que también este mes se conozca el veredicto contra el indonesio Imam Samudra, acusado de ser el cerebro que planeó la matanza.
Se desconoce cuándo se ejecutará la sentencia de Amrozy, ya que los condenados a muerte en indonesia suelen esperar una media de cinco años antes de ser colocados frente al pelotón de fusilamiento.