BAGDAD.- El aire nocturno caía como una manta caliente y húmeda sobre el barrio de Slayj, al norte de Bagdad. A las 21:00 horas, un transformador eléctrico explotó y hundió el barrio en la oscuridad.
Soldados estadounidenses, aparentemente temerosos de un atentado con bomba, declararon el alerta. En menos de 45 minutos, seis iraquíes que trataban de volver a sus casas antes del toque de queda de las 23 fueron muertos a tiros por las fuerzas estadounidenses.
Anwaar Kawaz, de 36 años, perdió a su esposo y tres de sus cuatro hijos. "Les gritábamos, '¡Somos una familia, no disparen!' Pero no escuchaban. Seguían disparando", dijo a The Associated Press. Está embarazada y espera dar a luz este mes.
Preguntado sobre los disparos del viernes, el teniente coronel Guy Shields, vocero militar de la coalición, dijo, "Nuestros puestos de control generalmente están señalados, nuestros soldados están entrenados y disciplinados. Veré qué sucedió. Es grave".
Frente a los ataques diarios de las guerrillas que han causado 56 bajas estadounn muerto en los retenes sorpresivos montados en calles oscuras poco antes del toque de queda. Los conductores que se apresuran a volver a sus casas dicen que no ven a los soldados ni escuchan sus voces de alto.
La familia Kawaz salió de la casa de los padres de Anwaar en la calle Bilal Habashi a las 21.15 para la vuelta a casa. Habían recorrido unos 800 metros cuando llegaron a la intersección donde dicen que las balas norteamericanas causaron su desastre.
Pocos metros delante de ellos, dos soldados disparaban al Volkswagen blanco de su familia. Otros dos soldados a la derecha también dispararon, dijo.
Testigos dijeron a la AP que uno de los soldados cayó, chillando de dolor, aparentemente alcanzado por una bala de sus propios camaradas.
"Nos mataron. No hubo señales. Nada en absoluto. Solo vimos autos blindados", dijo Anwaar el domingo, dos días después del tiroteo.
A pocas cuadras del lugar, Say Ali fue muerto a tiros cuando volvía a su casa en su auto con un primo y un amigo. No vio el retén norteamericano, dijeron los sobrevivientes. Lo mismo le sucedió a Ali Salman, en otro auto.
"Ojalá volviera Saddam (Hussein) y matara a todos los norteamericanos", dijo Anwaar Kawaz. Bajo Saddam, "solíamos salir a la una de la mañana. Ahora salimos a las 9 y nos mataron".
"Quiero beber la sangre de Bush. Son todos criminales", dijo, golpeándose el pecho.