BOSTON, EE.UU.- El nuevo arzobispo católico de Boston, Sean O’Malley, quien tiene que afrontar la solución de los escándalos por abusos sacerdotales de la diócesis, abandonará la lujosa residencia de sus antecesores y vivirá en un modesto alojamiento en el rectorado de la Catedral.
O’Malley, un franciscano de 59 años, ofreció durante el fin de semana una compensación de 55 millones de dólares a 542 personas que denunciaron haber sufrido abusos sexuales de sacerdotes católicos, y luego visitó la parroquia de St Michael, una de las más afectadas por las transgresiones del clero.
En una columna publicada esta semana por el periódico de la archidiócesis de Boston, The Pilot, O’Malley indicó que fijará su residencia en la rectoría de la Catedral de la Santa Cruz.
El anterior arzobispo, el cardenal Bernard Law, quien renunció al arzobispado en diciembre pasado, fue criticado entre otras muchas cosas porque vivía en la residencia elegante mientras la archidiócesis enfrentaba demandas por cientos de millones de dólares.
En su artículo en The Pilot, O’Malley sostuvo que Law y sus tres antecesores no se alojaron en la residencia arzobispal porque quisieran vivir en el lujo, sino sólo porque seguían la tradición.
O’Malley agregó que deseaba cambiar la percepción de la vida cotidiana de un arzobispo y además que piensa que ’’un obispo debe estar cerca de su catedral siempre que sea posible’’.
La preferencia de O’Malley por la vida simple es coherente con su voto de pobreza como miembro de la Orden Franciscana, y ha marcado su carrera clerical durante décadas, según lo recuerdan muchos católicos hispanos del área metropolitana de Washington.
El ahora arzobispo de Boston fue uno de las figuras principales de la comunidad latina del área entre los años 70 y 80.
Además de su ministerio, era miembro de organizaciones sociales, cooperativas de vivienda e incluso tuvo participación en varios festivales.
Durante esa época vivía en un pequeño departamento en un edificio humilde lleno de inmigrantes pobres, donde por las tardes oficiaba misa.
También dejó un recuerdo favorable en la Diócesis de Arlington, en el estado de Virginia, donde presidió la conferencia anual de los jóvenes católicos.
La Arquidiócesis de Boston ha sido la más afectada durante los dos últimos años por la avalancha de denuncias de personas que dicen haber sido víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, y que acusan a la jerarquía eclesiástica de haber protegido a los clérigos.