PARÍS.- La ola de calor puede haber causado la muerte de 5.000 personas en Francia en sólo quince días, según reconoció hoy el gobierno que vuelve esta semana al trabajo, tras una accidentada pausa estival salpicada de conflictos y polémicas.
La cifra oficiosa de 5.000 víctimas mortales por la canícula es "una hipótesis probable", declaró hoy a la emisora "RTL" el ministro de Sanidad, Jean-Francois Mattei, sólo un día después de haber desmentido ese dato aproximado publicado ayer por la prensa.
Los resultados definitivos no se conocerán hasta dentro de varias semanas, cuando el Instituto de vigilancia sanitaria concluya su análisis de los informes sobre decesos por hipertermia registrados en todo el país entre el 6 y el 12 de agosto.
El convencimiento íntimo de Mattei es que los servicios de alerta sanitaria de la Dirección General de la Salud y del Instituto de vigilancia sanitaria, dependiente del anterior, no funcionaron.
Precisó que él se dio cuenta de la "gravedad de la situación" el lunes pasado, nueve días después del comienzo de la ola de calor, cuando remarcó una "especie de contradicción" entre la información que le transmitió la Dirección General de la Salud, según la cual, todo estaba bajo control, y la que le llegaba de los servicios de urgencia hospitalarios, que hablaban de hecatombe.
Mattei, que ha estado estos últimos días en el ojo del huracán, rechazó las acusaciones contra el Gobierno conservador por su "inercia y la pasividad" frente a la canícula, como asegura la oposición de izquierdas.
En la misma línea de defensa, el portavoz del Gobierno, Jean-Francois Copé, subrayó que el Ejecutivo adoptó todas las medidas necesarias para luchar contra los efectos mortales del calor, en especial en los ancianos, desde que fue alertado.
Esta argumentación fue refrendada hoy por el director del Instituto de vigilancia sanitaria, Gilles Brucker, quien reconoció "una parte de responsabilidad" en el retraso de sus servicios en dar la alerta, en una entrevista al vespertino "Le Monde".
Ahora bien, Brucker puntualizó que ellos tampoco recibieron ningún aviso de la asistencia pública, de los hospitales ni de los bomberos hasta el día 6 pasado.
Al margen de la búsqueda de responsables, en lo que sí están todos de acuerdo es en la necesidad de revisar el sistema de alerta sanitario y efectuar las adaptaciones que se impongan.
Pese a que la situación está "controlada", el Gobierno continúa en "pie de guerra" y mantiene la alerta para afrontar una eventual subida de las temperaturas, dijo Mattei.
Pocas veces la pausa política del verano ha sido tan breve (sólo tres semanas). El Gobierno en pleno retoma este jueves el curso con una reunión del Consejo de ministros, en el que está previsto que se apruebe el proyecto de ley sobre la organización de los hospitales.
Apenas instalado en su refugio estival en los Alpes franceses, el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, tuvo que interrumpir su descanso para presidir una reunión la semana pasada en París sobre la canícula y visitar este fin de semana una residencia de ancianos, donde denunció el olvido que sufre la tercera edad.
El diario de izquierdas "Libération" denunció hoy en su portada la "gran hipocresía de Raffarin", quien desde que llegó al poder hace algo más de un año ha "revisado a la baja todos los presupuestos" dedicados a la tercera edad.
Tampoco quedó a salvo de las críticas el presidente francés, Jacques Chirac, quien vuelve el miércoles de Canadá, donde está de vacaciones.
El presidente de Estados Unidos, Georges W. Bush, "se dirigió a los estadounidenses pese a que el enorme apagón que afectó a Nueva York sólo causó un muerto y Chirac, frente a una mortalidad de 3.000 a 5.000 decesos, no ha dicho ni una palabra", denunció el presidente del grupo de los Verdes en el Ayuntamiento de París, Alain Riou.
Los Verdes se mostraron hoy a favor de crear una comisión de investigación parlamentaria para depurar responsabilidades en esta crisis sanitaria, en línea con los socialistas.
Las próximas semanas se perfilan estresantes para el Gobierno: el líder francés antiglobalización, José Bové, convocó recientemente a sus simpatizantes a protagonizar un septiembre "ardiente" en las calles, los sindicatos se presentan guerreros frente a la reforma de las pensiones complementarias y los temporeros del espectáculo amenazan con boicotear la "rentrée" cultural.
Otro rompecabezas de Raffarin es hacer cuadrar la prometida bajada de impuestos con la lucha contra el déficit y acometer la anunciada reforma de la seguridad social, y todo ello sin perder de vista las elecciones regionales y europeas de 2004.