Roma.- El Presidente ruso, Vladimir Putin, acompañado del Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi, mantuvo hoy una conversación telefónica con su homólogo estadounidense, George Bush, acerca del futuro de Irak, informaron fuentes oficiales italianas.
Con esta charla a tres, Putin puso fin a la visita de dos días que efectuó a la isla italiana de Cerdeña, donde se alojó en la lujosa villa privada de Berlusconi "La Certosa", situada en las inmediaciones de Porto Rotondo.
Fuentes del Gobierno italiano no precisaron el contenido de la conversación telefónica pero dejaron entrever que se habló del futuro de Irak y de otros asuntos de la situación política internacional.
Este intercambio de impresiones se produce después de que ayer Putin anunciara la disponibilidad de Rusia a aceptar un papel de la ONU en Irak, incluso bajo mando norteamericano.
El Presidente ruso dijo que es "deseable y también posible" una nueva resolución de la ONU sobre Irak y precisó que no le parece "nada mal" que el Consejo de Seguridad apruebe "el despliegue de una fuerza multinacional bajo mando de Estados Unidos".
Berlusconi, quien ejerce en este segundo semestre del año como Presidente de turno de la Unión Europea, participó directamente en la charla, precisaron las fuentes italianas.
Tras esta llamada telefónica a Bush, Putin emprendió viaje de regreso a Moscú desde el aeropuerto de Olbia, al que se trasladó en helicóptero acompañado del Primer Ministro italiano, que le citó para un nuevo encuentro bilateral al término de la cumbre UE-Rusia del próximo 5 de noviembre en Roma.
La última jornada del Presidente ruso en Cerdeña transcurrió en la intimidad con su anfitrión, con el que compartió un baño en el golfo de Marinella antes de tomar un aperitivo en el hotel Palumbalza y regresar a Villa Certosa para comer.
Según trascendió hoy, Berlusconi, junto a su mujer y sus tres hijos, ofreció anoche en su residencia estival una cena de honor a Putin, a la que asistió el ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, y el tenor invidente Andrea Bocelli, quien interpretó una pieza lírica.
La velada finalizó con la quema de una colección de fuegos artificiales, dirigida por el propio Berlusconi, que se confiesa un apasionado de la pirotecnia.