SAO PAULO.- Los presidentes de las centrales sindicales brasileñas aprobaron este miércoles un documento de consenso que critica la política económica y sugiere "más osadía" al gobierno de izquierda del presidente Luiz Inacio Lula da Silva.
"Tenemos un panorama de grandes dificultades en la política económica", denuncia el documento de las centrales, que reclaman "más osadía para realizar las reformas necesarias".
El documento critica duramente los altos intereses vigentes y el compromiso del gobierno de mantener un superávit primario (ahorro del gasto público) equivalente a 4,25% del PIB, dos pilares de la política económica de ajuste aplicada por el gobierno cuando llegó al poder en enero pasado, en medio de una turbulencia financiera arrastrada del 2002.
El documento será presentado al Consejo de Desarrollo Económico y Social (un consejo consultivo creado por el propio Lula y del que los sindicalistas forman parte) y al propio presidente.
El objetivo del documento es proponer una agenda de políticas al gobierno para modificar la política económica de ajuste que estrangula el crecimiento, en la actual coyuntura por la que atraviesa Brasil, que llegó al segundo semestre del año en recesión.
"Las centrales sindicales desean manifestar su preocupación con el actual momento recesivo de la economía brasileña, el nivel elevado de desempleo, la caída de la renta de los trabajadores, la reducción del consumo y la expansión de las tensiones sociales", declararon los sindicalistas, que recuerdan que Lula se comprometió en la campaña a tasas de crecimiento anual de 5% y más empleo.
Entre las propuestas, las centrales rechazan cualquier acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) "que imponga restricciones al crecimiento".
Además, proponen metas semestrales para la reducción de la tasa de interés y la ampliación del empleo, una reducción de la jornada laboral y políticas destinadas al aumento del salario mínimo, así como exoneración fiscal de inversiones y exportaciones.
El presidente de la Confederación General de los Trabajadores, Hugo Peres, consideró el consenso alcanzado por las centrales, habitualmente contrincantes, "un hecho histórico".
