MANAGUA.- Un sacerdote y funcionarios judiciales de Nicaragua participan en una banda de traficantes de menores, señaló hoy una investigación policial entre el silencio de la jerarquía católica y de la Corte Suprema de Justicia.
La red de los traficantes, según fuentes judiciales, enviaba a los menores a España mediante la falsificación de documentos oficiales.
Desde el vicario de la arquidiósesis, Eddy Monterrey, que participó este viernes en un acto público, hasta el cardenal Miguel Obando Bravo, el clero católico guardó silencio sobre la grave denuncia hecha por autoridades de la Policía Nacional y del ministerio público, el cual procederá judicialmente contra los implicados.
Según las investigaciones de la policía, el tráfico de infantes hacia Europa se realizaba a través de la fundación española "Luz para la infancia" que desde 1998 comenzó a operar en Nicaragua, poco después que un huracán profundizó los niveles de pobreza en el país centroamericano.
El procurador especial para la niñez y la adolescencia, Carlos Emilio López, describió en rueda de prensa los mecanismos que utilizaban los implicados en el ilícito para sacar del país a los menores.
Los niños eran vendidos a matrimonios españoles con el apoyo de "una red" integrada por jueces, abogados y notarios, un sacerdote, padres de familia y hasta el defensor público del departamento de León en el occidente del país, indicó.
López expuso que los implicados violaron el Código de la Niñez y la Adolescencia, la Ley General de Adopción y la Ley contra el Tráfico de Emigrantes, y ahora deberán ser castigados con "todo rigor" para "sentar un fuerte precedente".
El procurador de la niñez declaró que hasta el momento han sido ubicados seis niños, de entre 4 y 6 años de edad, que fueron vendidos en Mayorca, España, pero el número de menores afectados podría sobrepasar la veintena.
Existe el temor, agregó, de que algunos niños pudieron ser "usados" para vender sus órgano internos.
En una indagación paralela, las autoridades de la Policía Nacional, según fuentes del sector, siguen muy de cerca a otro grupo de delincuentes que estarían operando como parte de una banda que traficaría con órganos humanos en complicidad con empleados de hospitales públicos.
Recientemente, una madre denunció que en un hospital de la capital, Managua, le entregaron el cuerpo de un niño muerto con la afirmación de que era su vástago que había fallecido pocos después de nacer, pero sin explicarle la causa del deceso.
La madre teme que su verdadero bebé haya sido raptado por una banda de traficantes de órganos que, según la denunciante, opera en el hospital denunciado.