BEIJING.- China y Rusia pospusieron hoy la firma del contrato para la construcción de un oleoducto de 2.400 kilómetros entre los yacimientos de petróleo de Siberia y el noreste de China, debido al supuesto impacto ecológico del proyecto.
Según informaron hoy a EFE fuentes diplomáticas rusas, el impacto medioambiental de esta obra en las cuencas fluviales de Siberia Central es mayor de lo previsto en un primer momento.
"Tanto los expertos enviados por el Gobierno central como las autoridades locales han acordado realizar ulteriores exámenes antes de dar luz verde al proyecto", precisó la fuente.
Aunque aparentemente consensuada, esta decisión supone un importante revés para las aspiraciones de China, que desea diversificar sus fuentes de energía, debido a la inestabilidad de Oriente Medio, origen del 70 por ciento de sus importaciones.
Según el plan maestro de esta obra de ingeniería, el oleoducto debería enlazar en el año 2005 los yacimientos de petróleo de Angarsk (Siberia central-Lago Baikal) y Daqing, ciudad ubicada en la provincia nororiental china de Heilongjiang.
El oleoducto, cuyo coste aproximado es de 2.500 millones de dólares, debería bombear a China 400.000 barriles de petróleo diarios en el año 2005 y 600.000 en el 2010, cantidades que cubrirían con creces las necesidades chinas.
Analistas chinos, citados por la prensa oficial, han planteado en los últimos días dudas sobre las verdaderas intenciones de Moscú y han augurado daños irreparables en las relaciones bilaterales en caso de que el proyecto se frustre definitivamente.
En un intento de evitar suspicacias, el primer ministro ruso, Mijail Kasiánov, subrayó hoy que su gobierno ’’tiene intención de cumplir con el acuerdo verbal alcanzado entre ambas partes’’.
En diciembre de 2002, el entonces presidente chino, Jiang Zemin, arrancó un compromiso en este sentido de su homólogo, Vladímir Putin, pero la intervención a última hora de Japón ha echado por tierra las esperanzas de Pekín.
La mayor petrolera rusa, Yukos, incluso firmó en mayo un acuerdo con la corporación estatal china CNPC para el suministro de 700 millones de toneladas de petróleo entre el año 2005 y el 2030.
Algunos analistas extranjeros han relacionado los reiterados desplantes de Moscú -la decisión estaba prevista para marzo de este año- con la oferta presentada en enero por el primer ministro nipón, Junichiro Koizumi.
Japón, que también depende en gran medida del crudo de Oriente Medio, prometió una lluvia de inversiones en el lejano oriente ruso en caso de que Moscú acuerde trazar un oleoducto entre Angarsk y la ciudad de Najodka, que se encuentra en la costa del Mar de Japón.
Aunque el coste de este oleoducto -que tendría que cubrir los más de 3.700 kilómetros que separan ambas ciudades- rondaría los 4.500 millones de dólares, Tokio ha prometido asistencia económica en su construcción.
El Kremlin, desoyendo los consejos de Yukos, sopesa la oferta japonesa, ya que esta opción le permitiría vender petróleo a otras potencias de la zona, como Corea del Sur, y desarrollar los yacimientos de la provincia de Amur.
Además, expertos rusos han descartado la construcción a corto plazo de ambos oleoductos, ya que las reservas de Siberia -estimadas en 1.000 millones de toneladas- son insuficientes para suministrar crudo a ambos países.
Analistas chinos, como Ji Zhiye, profesor del Instituto de Estudios Internacionales de China, hablan incluso de otras formas de cooperación energética entre ambos países en los terrenos de la prospección y explotación.
Según la prensa local, la construcción del oleoducto entre los yacimientos siberianos y el cinturón industrial del noreste del país reduciría a la mitad la dependencia china del petróleo de Oriente Medio.
La minería china del carbón, la mayor del mundo con 8 millones de operarios, cubre el 70 por ciento de las necesidades energéticas de este país, pero está acuciada por altos índices de siniestralidad y problemas de rentabilidad.
Por esta razón, China decidió crear el pasado año sus primeras reservas de petróleo, diversificar sus fuentes de energía e impulsar la fabricación de cuatro centrales nucleares en la costa oriental.