LONDRES.- Una extraña enfermedad, que aún no ha sido bautizada por los expertos, está afectando a alrededor de 300 niños de Sudán, sin que hasta el momento se detecten las causas que la generan.
Sentada al lado de la choza de su familia, en el pequeño poblado de Lui, la menor de 10 años Susannah Jackson es sacudida por una serie de convulsiones cerebrales que hacen que su cuello se doble hacia atrás y hacia adelante.
No es raro que la gente de esta alejada zona de Sudán la llame entonces la "enfermedad del asentimiento".
"No tenemos la menor idea de cual es su causa. Es como una novela de detectives o un policial, porque es fatal" dijo al corresponsal de la BBC en Sudán, Andrew Hardin, la especialista en enfermedades tropicales de UNICEF, Mickey Richer.
El frío y la comida
Los ataques ocurren cuando el enfermo comienza a comer comidas tradicionales -no un chocolate, por ejemplo- o cuando hace mucho frío.
El hermano de Susannah, Jacob de 8 años, está internado en el hospital con la misma enfermedad, pero en un estado más avanzado.
Durante uno de sus ataques, se cayó sobre un fuego y ahora debe recibir tratamiento por quemaduras severas.
¿Pero cuál es la causa de este mal? Muchos de los pobladores locales creen que es una maldición, otros culpan al gobierno de haber lanzado armas químicas en la zona.
Pero un informe toxicológico comisionado el año pasado por la UNICEF descartó casi por completo esa posibilidad así como su posible relación con la dieta alimenticia.
Hay teorías que sugieren que se debe a la ingestión de carne de mono infectada.
La doctora Richer, notó por otra parte que la mayoría de las víctimas viven cerca del río Yei. Algunos creen que la enfermedad puede relacionarse con un parásito que vive en ese río.
Señala además que el 93% de los afectados están infectados con un parásito que causa la Oncocerciasis, enfermedad también conocida como la "ceguera del río".
De los niños que no padecen la "enfermedad del asentimiento", un 63% están infectados con dicho parásito. Éste es transmitido por moscas negras que viven cerca de ríos de aguas rápidas, como en el caso del río Yei.
Sin embargo, pese a la información recolectada por UNICEF, aún no se ha encontrado ni el origen ni el remedio para este mal.