MADRID/PARÍS.- Movido por un revolucionario sistema de propulsión solar eléctrica y equipado con un puñado de modernos instrumentos con vistas a futuras misiones interplanetarias, en la noche del sábado al domingo próximo despega el primer satélite lanzado por Europa con destino a la Luna.
Este satélite de apenas 366 kilos de peso y un metro cúbico de volumen es la segunda empresa extraterrestre de la Agencia Espacial Europea (ESA) después del lanzamiento, en el mes de junio pasado, de la sonda Mars Express, que debe llegar en diciembre al planeta Marte.
SMART-1, la primera de una serie de futuras pequeñas misiones de investigación tecnológica de avanzada a bajo costo (SMART) programadas por la ESA, despegará este sábado 27 de septiembre desde la base espacial de Kourou, en la Guyana Francesa, a bordo de un cohete europeo Ariane-5, junto con dos satélites comerciales.
Lleva en su interior siete instrumentos, que pesan en total sólo 19 kilos, destinados a proseguir la investigación de la Luna, 30 años después de la última de las seis misiones Apolo en 1972.
El primer satélite humano en llegar a la Luna fue la sonda soviética Luna 2 en 1959. Los últimos fueron las sondas norteamericanas Clementine y Lunar Prospector, lanzadas en 1994 y 1998. Estos vehículos, más que responder preguntas, abrieron aún más interrogantes sobre esta compañera espacial de la Tierra.
La sonda europea lleva una misión científica y otra tecnológica. La misión científica, según describe el jefe del proyecto, Bernard Foing, será investigar cómo se formó y evolucionó el sistema Tierra-Luna y qué procesos, como volcanismo, tectónica, formación de cráteres o erosión, esculpieron la superficie lunar.
Estos datos permitirán confirmar la actual teoría sobre la formación de la Luna, que dice que, hace 4.600 años, un cuerpo celeste del tamaño del planeta Marte cayó sobre la Tierra naciente. La colisión fue tan violenta que eyectó al espacio material tanto del cuerpo extraño como de la Tierra misma. Ese material quedó un tiempo en órbita en torno al planeta para condensarse poco a poco en un satélite, la Luna.
La SMART-1 buscará asimismo lugares de aterrizaje para posibles futuras misiones e investigará la presencia de agua en las zonas oscuras del polo sur lunar, región jamás tocadas por la luz solar, donde imperan temperaturas de hasta 233 grados bajo cero. No se ha confirmado aún la presencia de agua en la Luna, apenas sugerida por la Lunar Prospector.
El segundo objetivo de la SMART-1 y la razón principal de su lanzamiento será probar un nuevo sistema de propulsión solar eléctrica. Bajo el nombre de motor iónico, este sistema ha sido usado sólo una vez, experimentalmente, por Estados Unidos, con la misión Deep Space 1, en 1998.
Este sistema utilizará la electricidad captada por los dos paneles solares de 14 metros de envergadura de que está provista la sonda, para ionizar un gas (xenón) que escapa del vehículo a gran velocidad y provoca una reacción de impulsión.
Este sistema de propulsión es más suave y menos violento, pero mucho más eficiente que el de propulsión química usado hasta ahora para maniobrar vehículos espaciales. Requiere además menos combustible y permite vuelos de larga distancia teóricamente, hasta donde alcance la luz solar, su fuente de energía. Y, cosa muy importante, permite en la navegación ajustes muy precisos, hasta ahora impensables.
Para escapar de la atracción de gravedad de la Luna, la SMART-1 aprovechará una combinación de su propulsión solar eléctrica y la fuerza de gravedad lunar. No viajará directamente hacia la Luna, sino que primero se colocará en una órbita elíptica en torno a la Tierra, que irá expandiendo gradualmente hasta ser captado por el campo gravitacional de la Luna.
Sólo 16 meses después se colocará así finalmente en órbita polar en torno a la Luna, para comenzar a trabajar en enero de 2005. Trabajará en una órbita sumamente elíptica, a entre 300 y 10.000 kilómetros de la superficie lunar. Tendrá una vida útil de seis meses, prolongable probablemente a un año, antes de silenciarse para siempre en el silencio del espacio lunar.
Este primer ensayo de la propulsión solar eléctrica servirá para el proyecto BepiColombo, con que la ESA planea explorar más tarde el planeta Mercurio, y para otras misiones futuras para las cuales se precisa un sistema de propulsión que permita maniobras de precisión. En la misión LISA, por ejemplo, que será lanzada para detectar ondas gravitacionales procedentes de lejanos universos.
La SMART-1 fue construida bajo la dirección de la Corporación Sueca del Espacio, a un costo de 100 millones de dólares, con participación de Finlandia, Alemania, Italia, Suiza y Gran Bretaña.