LONDRES.- Dos británicas perdieron el miércoles una desesperada batalla judicial para concebir bebés utilizando embriones congelados, porque sus ex maridos quieren que sean destruidos.
Un juez del Tribunal Superior falló en contra de Natallie Evans, de 31 años, y de Lorraine Hadley, de 38, quienes habían pedido al tribunal que les permitiera completar el tratamiento de fertilización in vitro (FIV) que habían comenzado con sus ex maridos.
En ambos casos los hombres retiraron su consentimiento para que los embriones congelados se utilizaran después de haberse separado de las mujeres.
Evans dijo que los embriones eran su única oportunidad de concebir hijos después de haberse sometido a tratamiento contra el cáncer.
"Está desesperada por tener el hijo que siempre quiso", dijo su abogado a periodistas. "Decir que Natallie está decepcionada sería un eufemismo. Está destrozada (...) Para ella, estos embriones son sus bebés. Naturalmente, Lorraine también está muy afectada y desilusionada por la decisión".
Ambas mujeres desafiaron el Acta de Fertilización Humana y Embriología de 1990, que estipula que los embriones deben ser destruidos si ambas partes no autorizan su almacenamiento y uso continuo.
El juez Nicholas Wall expresó su simpatía por todos los implicados, pero dijo que debía cumplir con la ley.
"El acta da derecho a un hombre en la situación de estos hombres a determinar si no quiere convertirse en el padre de un niño con una mujer de la que se ha separado y con la que ya no tiene nada en común aparte de los embriones congelados", dijo.
"Sería fácil criticar a hombres en la situación de los dos de este caso. Pero este tipo de críticas serían, en mi opinión, injustas", agregó.
A Evans le extrajeron óvulos de sus ovarios antes de someterse a tratamiento contra el cáncer, mientras que Hadley tiene dos embriones almacenados.
El acta de fertilización de 1990 establece que el consentimiento de ambas partes puede retirarse en cualquier momento antes de que sean utilizados los embriones.
Michael Wilks, presidente de la comisión ética de la Asociación Médica Británica dio la bienvenida al fallo y lo consideró la "decisión correcta".
"Sería un paso muy peligroso cambiar las normas sobre el consentimiento", expresó en un comunicado.