CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Juan Pablo II, cuyo estado de salud se ha deteriorado en el último mes, dejó, como es tradición, las disposiciones que deben tomarse después de su deceso, entre ellas que no se permitan fotografías del Pontífice agonizante o muerto.
Las disposiciones fueron publicadas en 1996 por el Vaticano en un documento público con el título "Constitución apostólica Universi dominici gregis" (El rebaño del Señor).
"Cuando el Sumo Pontífice esté agonizando, o después de su muerte, nadie tiene derecho a tomarle fotografías, ni, en el primer caso, grabar sus palabras para divulgarlas luego", indica el documento.
Ninguna documentación fotográfica o sonora sobre los últimos momentos de vida de Juan Pablo II podrá ser transmitida, a excepción de que lo permita el cardenal camarlengo, actualmente el español Eduardo Martínez Somalo, quien asumirá en forma interina la jefatura de la Iglesia en caso de muerte del Pontífice.
Las disposiciones sobre los últimos momentos de los Papas fueron establecidas por Pablo VI, debido a los escándalos suscitados tras la muerte de Pío XII, en 1958.
El médico personal del pontífice, Galeazzi Lisi, publicó en un libro las fotos de Pío XII en su lecho de enfermo, con la máscara de oxígeno que cubría parte del rostro.
Según la tradición, que no siempre es respetada, el Papa será enterrado en la basílica vaticana cerca a la tumba de San Pedro, indica el texto.
La disposición puede ser cambiada después de la lectura del testamento de Juan Pablo II, que según algunos compatriotas allegados, ha expresado el deseo de que lo entierren en la tumba de su familia, en Wadowice, cerca de Cracovia, Polonia.
Otros deseos sobre sus bienes, cartas, documentos personales, específicamente indicados en el testamento, serán ejecutados por la persona que el Papa habrá indicado.
Es posible que el encargado en ese caso sea su secretario privado, monseñor Stanislaw Dziwisz, quien desde hace 40 años lo asiste, el cual deberá responder de todos modos de sus obligaciones ante el nuevo Papa.
El documento indica también cómo debe ser organizado el Cónclave, es decir la reunión de cardenales, encargados de elegir al sucesor de Juan Pablo II.
Hasta el último Cónclave de 1978, los príncipes de la Iglesia eran instalados en el palacio apostólico en condiciones muy poco confortables. Razón por la cual fue renovado una residencia vaticana, la Casa Santa Marta, con todas las comodidades de un hotel.
Las cardenales permanecen encerrados 15 días mínimo o 20 días máximo después de la muerte de un Papa.
Pasan en cortejo de la Capilla Paulina a la Capilla Sixtina y enseguida las puertas son cerradas y las llaves guardadas.
Debido al rápido desarrollo de las tecnologías, las disposiciones subrayan que los cardenales no podrán durante el Cónclave comunicarse ni siquiera "telefónicamente" con el exterior. El secreto debe ser absoluto.