ESTOCOLMO.- El Premio Nobel de Química se fue este 2003 a los estadounidenses Peter Agre y Roderick MacKinnon, dos científicos cuyos descubrimientos de los canales moleculares han contribuido a la mejor comprensión de un radio de enfermedades que va de las renales a las cardíacas, musculares y neurológicas.
La Real Academia Sueca de Ciencias eligió para sus galardones anuales de Química a dos representantes de la actual generación de investigadores, ambos consagrados al estudio de los canales de las membranas celulares hasta lograr establecer las vías de transporte de los iones a través del cuerpo humano.
’’El premio de este año ilustra la relevancia de la bioquímica para la comprensión de los procesos vitales’’, resume la argumentación de la Academia, que ya el pasado año premió al estadounidense John B. Fenn, el japonés Koichi Tanaka y el suizo Kurt Wúrthrich por sus investigaciones sobre biomoléculas.
Agre, de 54 años y profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, de Baltimore, recibirá el premio por el ’’descubrimiento de los canales de agua’’, constata la argumentación de la Academia.
La existencia de tales canales era conocida desde el siglo XIX, pero fue Agre quien consiguió aislar una proteína, en 1988, que resultó ser el canal largamente buscado.
El cuerpo humano está compuesto en un 70 por ciento de agua salada. El descubrimiento de los mecanismos de transmisión permite comprender, entre otras cosas, el funcionamiento de la retención de orina o la propagación de señales eléctricas a través de las células nerviosas.
Los trabajos de Agre abrieron las puertas a una larga lista de estudios de bioquímica, fisiología y genética, aplicados a bacterias, plantas y, finalmente, mamíferos.
MacKinnon, de 47 años y asimismo profesor de Neurobiología Molecular y Biofísica en la Universidad Rockefeller de Nueva York, ha concentrado sus investigaciones de la estructura y mecánica de los canales de iones.
Este investigador sorprendió a la comunidad científica en 1998 con sus trabajos, al conseguir determinar la estructura de un canal para el potasio, cuestión de gran relevancia para comprender el funcionamiento de los sistemas neurológicos y musculares.
El premio compartido de Química está claramente orientado esta vez al ámbito médico.
Sucede a los de Medicina y Física, dados a conocer el lunes y el martes, que a su vez distinguieron a investigadores pioneros cuyos trabajos son de amplio espectro y entran en lo que actualmente se considera rutina investigadora.
Así, el Nobel de Medicina fue para el estadounidense Paul C. Lauterbur y el británico Sir Peter Mansfield por sus avances en el campo de la resonancia magnética.
El Nobel se encaminó ya así claramente hacia progresos que afectan a un radio muy amplio de la medicina actual, ya que actualmente estos métodos se practican al año en unos 60 millones de enfermos de todo el mundo.
El martes, con el Nobel de Física al ruso-estadounidense Alexei A. Abrikosov, el británico-estadounidense Anthony J. Leggett y el ruso Vitali L. Ginzburg, por su trabajo pionero en la teoría de los superconductores y los superfluídos’’, se premió asimismo progresos de amplio alcance, que abarca asimismo al mundo médico.
Los dos galardonados hoy compartirán los 1,3 millones de dólares con que está dotado el Nobel de Química, premio que, como el resto de estos prestigiosos galardonados internacionales, se entregará el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de su fundador, Alfred Nobel.
Al anuncio de los ganadores de Química seguirá, también hoy, el anuncio del Nobel de Economía, que dará a conocer el Banco de Suecia a las 14.00 GMT.
El Nobel de la Paz, último en la ’’gran familia’’ de los prestigiosos galardones escandinavos, se dará a conocer el viernes, esta vez desde la capital noruega, Oslo, de acuerdo al reparto establecido en vida por Alfred Nobel.