CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Juan Pablo II subrayó hoy la importancia de la castidad como "parte integral de la vida interior y exterior" de un sacerdote al tiempo que pidió un esfuerzo para mejorar la enseñanza en los seminarios.
En un mensaje a los obispos filipinos, a los que recibió hoy ya que se encuentran en Roma para la tradicional visita "ad limina", el Pontífice expresó su temor sobre la secularización de la sociedad moderna y su influencia en la vocación sacerdotal.
Por ello pidió a los prelados que en los seminarios la formación tenga "un enfoque que promueva las virtudes sacerdotales de la caridad, la oración y la celebración correcta de la liturgia", prácticas que dijo son rechazadas por la cultura moderna y los medios de comunicación.
En este sentido señaló la conveniencia de que a la formación humana se una correcta formación pastoral y espiritual.
"Hoy -explicó el Pontífice- el sacerdote debe estar atento a no adoptar un punto de vista secular sobre su labor y considerarlo una profesión o un medio para ganarse la vida".
El sacerdocio, añadió, "debe ser una vocación, un servicio de amor a los demás que incluye el estimado don del celibato y todo lo que conlleva".
Sobre el celibato el papa Wojtyla insistió en que "debe ser visto como una parte integral de la vida interior y exterior de un sacerdote y no como un ideal lejano que debe ser respetado".
"Tristemente -señaló- el estilo de vida de algunos sacerdotes ha contravenido el espíritu de los consejos evangélicos que deben formar parte de la espiritualidad de todos ellos".
En este sentido el Santo Padre lamentó que "el comportamiento escandaloso de pocos ha minado la credibilidad de muchos".
La delegación de obispos filipinos que visitó hoy el Vaticano estaba presidida por el cardenal Ricardo Vidal, arzobispo de Cebú, acompañado de los titulares de las diócesis de Cáceres, Capiz, Jaro y Palo.
Se trata del segundo de los tres grupos de prelados del país asiático que en las últimas semanas han realizado la visita "ad limina apostolorum", que todos los prelados deben hacer al Papa al menos una vez cada cinco años.
El Papa al recibirles valoró los profundos sentimientos religiosos del pueblo filipino y como la herencia cristiana constituye "una parte integral de su vida y su cultura".