BRUSELAS.- El secretario de Estado norteamericano, Collin Powell, en manifestaciones favorables a los alimentos transgénicos, puso el dedo en la llaga del que representa, en realidad, el punto clave de la larga y dura pulseada entre EE.UU. y Europa sobre el controvertido tema de los alimentos genéticamente modificados: la posibilidad para los grandes grupos estadounidenses del sector hacer excelentes negocios en el Viejo Continente.
Por ahora, el negocio norteamericano ha sido limitado por una serie de normas, cosa que está destinada a cambiar a lo largo de los próximos años.
Mientras los sondeos de Francia, Italia y otros países europeos siguen confirmando que los europeos no quieren saber nada con los alimentos transgénicos, la UE está a punto de declarar el fin de cuatro años de moratoria sobre los temidos -en Europa- productos con los "organismos genéticamente modificados" (OGM).
El día clave para Bruselas es el próximo 7 de noviembre, cuando entrarán en vigor dos normas -una sobre la trazabilidad y la otra sobre el etiquetaje de los OGM-- que acaban de ser publicadas por el Boletín Oficial de los 15 países comunitarios.
El término 'fin moratoria' puede en realidad confundir las ideas. A lo largo de los últimos años la relación entre Europa y los OGM ha sido en efecto bastante complicada. A partir de junio de 1999, cuando cinco países de la UE (Francia, Italia, Grecia, Dinamarca y Luxemburgo) pidieron suspender la introducción de nuevos OGM, en realidad en Europa se siguió cultivando -y consumiendo- tanto las semillas como la 'comida Frankestein' (como llaman a los OGM los 'verdes' europeos) aprobada precedentemente a esa fecha.
En estos últimos años millones de toneladas de soya OGM de Argentina y de EE.UU. fueron por ejemplo importadas a Europa para nutrir al ganado local, mientras que en España solo este año han sido cultivadas 32 mil hectáreas de maíz transgénico con un organismo muy útil, visto que es genéticamente resistente a un parásito.
En concreto, lo que ocurrirá a partir del 7 de noviembre es que habrá nuevos OGM que deberán ser autorizados de aquí a finales de año. Al mismo tiempo, la Comisión Europea reabrirá su trabajo sobre los diferentes investigaciones del tema, en productos como maíz, colza, tomates, soya, etc.
Por el momento, el 'dossier' en el que los expertos de Bruselas han avanzado más es el relativo al maíz Bt 11 (muy resistente a los herbicidas) de la empresa suiza Syngenta.
Salud y medio ambiente
Más allá de estos datos, el punto fundamental en Europa del 'debate OGM', que ya lleva años, es si estos productos hacen, o no, daño a la salud del hombre y al medio ambiente.
Respecto de este último aspecto, un estudio publicado recientemente en Gran Bretaña tras tres años de investigaciones sobre la colza, la remolacha y el maíz particularmente resistente a los herbicidas ha demostrado tener, para los primeros dos casos, un impacto negativo sobre la biodiversidad del campo donde fueron cultivados.
Pero para el tercer caso la conclusión fue opuesta, en el sentido que con el maíz OGM las semillas y los insectos son más abundantes que en los campos cultivados con el maíz tradicional.
La conclusión del estudio británico es en el fondo bastante enigmático, en el sentido que según las conclusiones del informe el efecto de los OGM en el medio ambiente es real, pero todavía no logra entenderse si se trata de un efecto positivo o negativo.
Sobre este frente el debate está en otras palabras del todo abierto, mientras que respecto de los problemas de los OGM sobre la salud del hombre la gran mayoría de los expertos señala que no hay peligro alguno.
La experiencia ha demostrado que en los países donde este tipo de productos son masivamente cultivados y consumidos no ha surgido ningún problema para la salud. Quedan en el aire las respuestas sobre eventuales daños a largo plazo, pero este es un tema que en todo caso se plantea también para otros alimentos.
Retomando las manifestaciones favorables de Powell, no habría entonces pruebas ciertas que la 'comida Frankestein' sea un inconveniente para la salud de los hombres.