CIUDAD DEL VATICANO.- Juan Pablo II conminó hoy a los países de la Unión Europea (UE) a que profundicen en el diálogo interreligioso en el nuevo contexto multicultural del continente para conseguir la cohesión social y la paz.
Durante una audiencia con los ministros del Interior comunitarios, reunidos desde ayer en Roma para abrir un debate con las tres grandes religiones monoteístas, el Papa abogó por la búsqueda de nuevas soluciones en una perspectiva de "unidad en la diversidad".
Tras congratularse por la iniciativa de la UE de promover al más alto nivel el dialogo interconfesional, una de las constantes de su pontificado, se refirió a la religión como estandarte de la paz y no sólo de la vida humana.
"Las religiones dignas de este nombre permiten construir la paz y no hay paz sin el respeto absoluto fundado sobre una visión espiritual del ser humano", dijo recordando unas palabras que ya pronunció en 1987.
El anciano Pontífice, que volvió a dar muestras de su débil estado de salud y de su tesón con la lectura de la parte inicial y final de su discurso, recordó a los ministros que su objetivo prioritario es la construcción de un espacio de libertad, seguridad y justicia, "en el que todos se sientan en su casa".
"Esto comporta -añadió- la búsqueda de nuevas soluciones para los problemas relacionados con el respeto a la vida, el derecho a la familia y la inmigración, problemas que deben ser considerados también en la perspectiva del diálogo con los países mediterráneos".
Juan Pablo II se remontó a las antiguas religiones politeístas de Egipto y Grecia para destacar su conciencia de "solidaridad fraterna", que luego proyectó sobre las tres grandes religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo.
Después de preguntarse por qué estas tres grandes religiones no habían conseguido todavía una convivencia pacífica en su cuna de Oriente Medio, subrayó que "nunca serán demasiados las tentativas para crear las condiciones de un franco diálogo y de una sólida cooperación entre todos los creyentes en un único Dios".
En su discurso a los ministros de Interior de los 15 países de la UE, de los 10 que han firmado la adhesión y de los tres que aspiran al ingreso, el Papa se refirió a las raíces cristianas de Europa y a su nueva configuración cultural y religiosa debido a la inmigración.
La unidad en la diversidad, dijo, "no excluye un adecuado reconocimiento, también legislativo, de las específicas tradiciones religiosas en las que cada pueblo está incardinado, y con las cuales a menudo se identifica de forma peculiar".
En este contexto, aprovechó para hacer una nueva defensa de los símbolos religiosos, como el crucifijo, al hilo de la polémica que se vive en Italia por una sentencia, desde hoy en suspenso, que obliga a retirar las cruces de las aulas de un colegio.
"El reconocimiento del específico patrimonio religioso de una sociedad requiere el de los símbolos que lo identifican", señaló el Pontífice, que alertó de los riesgos de enfrentamientos que pueden derivarse de una "incorrecta" interpretación del principio de igualdad.
La alocución en la sala Clementina del Vaticano a los titulares de Interior de la UE la finalizó con una referencia al diálogo interreligioso que él mismo promovió en la basílica franciscana de Asís, tras los atentados terroristas del 11 de septiembre.
En nombre de los ministros intervino el italiano Giuseppe Pisanu, quien expresó el compromiso de los gobernantes europeos de acoger a los inmigrantes que llegan en busca de trabajo y de una vida mejor y que están dispuestos "a aceptar nuestras leyes, cultura y tradición".
Pisanu afirmó que el diálogo interconfesional, impulsado en la reunión celebrada en Roma con representantes de las principales religiones del continente, será clave para el futuro de la UE y de sus ciudadanos y una herramienta indispensable para solucionar los problemas de Oriente Medio y el Mediterráneo.