CIUDAD DEL VATICANO.- Juan Pablo II proclamó hoy cinco nuevos beatos, entre ellos dos españoles, en una ceremonia celebrada en el Vaticano en la que dijo que la sociedad no puede convertir todo en mercancía, dejando a un lado los valores y la dignidad del hombre, "que no tienen precio".
"No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado. Estas palabras de Jesús interpelan a la sociedad actual, tan tentada a veces a convertir todo en mercancía y ganancias, dejando al lado los valores y la dignidad que no tienen precio", escribió el Papa en la homilía.
El Pontífice agregó que siendo la persona "imagen y morada de Dios hace falta una purificación que la defienda, sea cual fuere su condición social o su actividad laboral".
Juan Pablo II presentó mejor aspecto físico que los días pasados. Se le vio relajado y con la voz fuerte y clara, lo que le permitió leer en latín la larga fórmula con la que elevó a la gloria de los altares a los cinco beatos y parte de la homilía. También se arrodilló durante la consagración.
Como ya es habitual, para no cansarle, el Obispo de Roma leyó los primeros párrafos de la homilía, en este caso tres, y los últimos (hoy dos), mientras que el resto del texto lo leyeron un eclesiástico español, un italiano y un francés, teniendo en cuenta que estaba escrito en los idiomas de los nuevos beatos.
De las parte en español se encargó monseñor Vicente Juan Segura, de la Secretaria de Estado.
En la homilía el Papa resaltó las figuras de los cinco nuevos beatos, todos ellos religiosos: los españoles Bonifacia Rodríguez Castro y Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, el italiano Luigi María Monti, la francesa Rosalia Rendú y el fraile franciscano belga Valentín Paquay.
De Bonifacia Rodríguez Castro (1837-1905), fundadora de las Siervas de San José, dijo que consagró su vida a defender a las personas, sea cual fuera su condición social o laboral.
Y lo hizo -resaltó- porque la monja española era también una trabajadora, "que percibió los riesgos de la condición social en su época.
"En la vida sencilla y oculta de la Sagrada Familia de Nazaret encontró un modelo de espiritualidad del trabajo, que dignifica la persona y hace de toda actividad, por humilde que parezca, un ofrecimiento a Dios y un medio de santificación", afirmó el Papa.
El Obispo de Roma agregó que la congregación fundada por la monja española continúa su obra en el mundo con sencillez, alegría y abnegación.
De Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno (1831-1905), fundador de las Mercedarias de la Caridad, dijo que fue un sacerdote íntegro, de profunda piedad eucarística, que entendió muy bien como el anuncio del Evangelio ha de convertirse en una realidad dinámica, capaz de transformar la vida.
Agregó que su misión fue siempre la de hacer llegar el amor de Dios "donde hubiera un solo dolor que curar, una sola desgracia que consolar, una sola esperanza que derramar en los corazones".
Juan Pablo II volvió en la homilía a hablar del tema de la muerte, pidiendo que al igual que a los nuevos beatos "nos sea concedido también a nosotros el poder reencontrarnos todos un día en el paraíso para saborear juntos la alegría de la vida sin fin".
A la ceremonia de la plaza de San Pedro asistieron hoy varias decenas de miles de personas, entre ellas varios miles de españoles que ondearon banderas nacionales y estallaron en aplausos y vivas cuando el Papa proclamó a los beatos y fueron descubiertos cinco retratos de tamaño gigante de los religiosos.
Tras la proclamación, el Pontífice estipuló que la fiesta del beato Juan Nepomuceno Zegri se celebre el 11 de octubre y la de la beata Bonifacia Ropdríguez Castro el 6 de junio.
Con estas beatificaciones, el número de siervos de Dios elevados a la gloria de los altares por Juan Pablo II en sus 25 años de pontificado asciende a 1.324.
En estos 25 años también ha proclamados 476 santos, lo que supone que el Pontífice ha canonizado y beatificado a más de la mitad de los santos de toda la historia de la Iglesia.
La misa fue concelebrada por tres cardenales (el portugués José Saraiva, el italiano Dionigi Tettamanzi y el francés Jean Marie Lustiger) y 35 entre obispos y religiosos.
A la ceremonia asistió una delegación española presidida por la ministra de Sanidad, Ana Pastor, y de la misma forman parte el presidente del Gobierno regional de las islas Baleares, Jaume Mata, y el presidente del Consejo de Estado, José María Romay Becaria.
También estuvieron los alcaldes de Zamora, Granada y Málaga, ciudades vinculadas a los dos nuevos beatos españoles.
Por parte de la Iglesia española asistieron, entre otros, el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez; el de Valladolid, Braulio Rodríguez; el obispo de Málaga, Antonio Dorado Soto; el de Salamanca, Carlos López; y el de Zamora, Casimiro López.