ROMA.- El Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi, no dimitirá, aunque le condenen en el juicio por corrupción en el que está implicado y que se encuentra paralizado a la espera de una decisión del Tribunal Constitucional.
En un libro de actualidad política que se pone mañana sábado a la venta en Italia, Berlusconi señala que "no cabe la hipótesis" de su posible dimisión ni en el caso de una sentencia en su contra.
El jefe "caso SME", relacionado con la presunta compra de jueces para bloquear la venta de una sociedad pública a un empresario rival en 1985, cuandotica.
Ese proceso fue paralizado tras la aprobación por el Parlamento en junio pasado de una polémica ley, que otorga inmunidad durante su mandato a los cinco principales cargos del Estado y sobre cuya constitucionalidad pidió un pronunciamiento el Tribunal que le juzga.
Berlusconi señala en el libro, en el que se ilustra un nuevo escenario con el posible regreso de Romano Prodi a la política italiana, que no cree "probable una decisión negativa de la Corte Constitucional" sobre la aplicación concreta de esa ley.
También aprovecha la ocasión para arremeter contra el principal partido de la oposición, los Demócratas de Izquierda (DS), al que culpa directamente del "odio" generado contra él y de forma indirecta de las "numerosas" amenazas de muerte que recibe.
"Para entender lo alta que es la carga de odio personal contra mí, basta hojear un día cualquiera L’Unita, el periódico de los DS, donde están representadas las vísceras verdaderas del partido".
El Primer Ministro italiano añade que "este odio verbal ha producido en el último año 37 amenazas. Contra mi voluntad, los responsables de la seguridad han decidido aumentar mi protección y ciertas veces me siento como un prisionero".
La oposición, a la que acusa de seguir vinculada en muchos casos con el comunismo y de dedicarse únicamente a su deslegitimación , y la "desinformación" son, desde su punto de vista, las dos "anomalías" de Italia respecto al resto de Europa.
A la prensa le achaca, como ya ha hecho en otras ocasiones, de ser en su mayor parte hostil a su Gobierno y a los periodistas de ser casi todos de izquierdas.