BAGDAD.- Los cristianos de Irak iniciaron hoy las festividades de Navidad con una multiconfesional y colorista ceremonia que se convirtió en un canto a favor de la convivencia religiosa y étnica y en un alegato a la unidad nacional.
Líderes de todas las ramas del Cristianismo y del Islam en Irak, junto a miembros del Consejo de Gobierno provisional iraquí y embajadores, convergieron a primera hora de la mañana en la iglesia de Mar Yusef, en el centro de Bagdad, para asistir a la investidura del nuevo jefe de la Iglesia Caldea, Mar Ammanuel III Deli.
El religioso fue nombrado nuevo patriarca de Babilonia el pasado 2 de diciembre tras un sínodo celebrado en Roma por obispos de la Iglesia caldea, que reconoce la autoridad del papa Juan Pablo II.
La elección debía haberse realizado a principios de año, tras la muerte en enero de su antecesor, Mar Rafai I, pero el estallido de la guerra retrasó la reunión de los prelados caldeos.
A la derecha de Mar Ammanuel III, presidía la ceremonia el nuncio del Vaticano en Bagdad, monseñor Fernando Velloni, y los jefes de las Iglesias Armenia, Ortodoxa y Siria en Irak.
En la tribuna principal también sobresalían las figuras de Rayab Habib al-Husayn, una de las tres mujeres miembros del Consejo de Gobierno Provisional iraquí y de Ayad Yamal Al-Din, representante de la Asamblea Suprema de la Revolución Islámica en Irak (ASRAII), principal partido musulmán chiíta.
"En estos tiempo difíciles, todos los iraquíes debemos reunirnos y rezar. Cristianos unidos con nuestros hermanos suníes, chiíes y kurdos tenemos que orar para traer la paz, el amor y las esperanza a nuestro país", dijo en su alocución el asistente de Ammanuel III.
El clérigo que, como observa la tradición caldea, debe felicitar al nuevo patriarca de Babilonia antes de que este ofrezca su primer sermón, instó también a todos los iraquíes a "trabajar unidos en la reconstrucción del país".
"Irak debe ser para los iraquíes, y los iraquíes se deben a Irak", añadió entre un salva de aplausos del más de centenar de personas que esta fría mañana se acercaron desde distintos puntos de la capital a esta iglesia levantada en el barrio comercial de Karrada Jarech.
Poco después, y tras una sentida salmodia en la que se mezclaron himnos en árabe con frases del evangelio en inglés, los obispos ofrecieron a Ammanuel III el bastón que le otorga el poder sobre el 75 por ciento de los cristianos en Irak, cifra que supone más de 1,2 millones de habitantes del país.
"Quiero agradecer al nuncio vaticano su presencia, y al santo Padre Juan Pablo II le pido su bendición apostólica para todos los iraquíes", se limitó a decir, en cuatro idiomas, el nuevo patriarca de Babilonia.
A la salida de la iglesia, protegida por un amplio y abrumador dispositivo de seguridad, Rayab Habib subrayó a EFE que la asistencia de diferentes líderes religiosos y políticos "demuestra que Irak es una sola nación, donde todos nos respetamos unos a otros", sin distinción de credo.
"He venido porque quería ver de cerca la unidad de los iraquíes. Espero que las imágenes sirvan para que el mundo sepa que queremos la paz", abundó Habib, responsable del emergente Ministerio de Salud y chiíta de confesión.
El contrapunto al espíritu de concordia que se respiraba en el interior del templo lo puso la profusión de hombres armados que pululaban por cada rincón, algunos sentados en los bancos, y que suscitaron molestias a las religiosas y fieles que seguían la ceremonia.
"Esperemos que hoy sea el inicio de una era de paz para Irak. Ha sido una ceremonia muy emocionante aunque también es muy triste ver pistolas en la casa del señor. Cómo va a ver así paz", se preguntaba una monja de la congregación de la Madre Teresa de Calcuta.