BANDA ACEH.- Un sismo de 6,2 grados de magnitud estremeció hoy a los acehnenses al pensar que se avecinaba un nuevo maremoto.
Poco después, resultaban heridos cuatro militares estadounidense en un accidente de helicóptero en el aeropuerto de Banda Aceh, la capital de la provincia de Aceh.
El fuerte temblor, cuyo epicentro se situó en el mar a 40 kilómetros al suroeste de Banda Aceh, provocó el pánico entre la población alrededor de las 5.15 hora local (22.15 GMT del domingo).
Numerosas personas salieron medio dormidas de sus casas entre gritos, y muchas se negaron a volver a entrar y acostarse por miedo a que se repitiese el ’’tsunami’’ (ola gigante) del 26 de diciembre pasado que arrasó la ciudad.
Una riada de agua, barro y escombros entró aquel domingo por la mañana a gran velocidad por el centro de la ciudad, cerca de la Gran Mezquita, y destrozó todo aquello que encontró a su paso: casas, coches, árboles y miles de acehnenses que no consiguieron escapar a tiempo.
Al menos 100.000 personas murieron en Indonesia a causa de las olas gigantes, que alcanzaron las costas de doce países bañados por el Océano Indico, con un balance provisional superior a los 155.000 muertos, según la ONU.
Unas 60 organizaciones humanitarias extranjeras y al menos 6.500 voluntarios trabajan en Banda Aceh desde hace días tratando de aliviar las necesidades básicas de más de medio millón de desplazados, tan sólo en la capital provincial.
La carestía de los afectados es tan completa y son tantos los necesitados que se trabaja a destajo y, a veces, surgen los accidentes.
Cuatro militares estadounidenses resultaron heridos hoy sobre las 7.25 hora local (0.15 GMT) al accidentarse el helicóptero en el que viajaban, cuando aterrizaba en las cercanías del aeropuerto castrense de Banda Aceh.
’’Había diez personas en el interior y todas sobrevivieron’’, informó el portavoz de la Marina estadounidense, John Bernard.
Toda la tripulación del aparato fue trasladada al portaaviones Abraham Lincoln para reconocimiento médico y las operaciones humanitarias se reanudaron poco después.
La distribución de agua potable, alimentos, medicinas y ropa se normaliza en Banda Aceh y han reabierto muchos mercados, pero todavía continúan las tareas de evacuación de cadáveres y retirada de escombros.
La zona de la playa, las orillas de los canales y el río fueron los lugares más afectados por las olas gigantes, que aprovecharon esas vías hidráulicas para penetrar con facilidad en la ciudad.
Sus márgenes se encontraban poblados de chabolas que no resistieron la fuerza del agua.
Al caer la noche los equipos de limpieza abandonan su trabajo y estas áreas quedan desiertas y envueltas en una oscuridad y silencio absolutos, aunque ya han pasado más de dos semanas de la tragedia.
Varios técnicos de la compañía estatal PLN trabajaban hoy en restablecer el servicio de electricidad en uno de los barrios más dañados, el que acogía gran parte de la actividad comercial de Banda Aceh.
Los expertos calculan que resultará difícil dotar a Banda Aceh de una red eléctrica adecuada dado que el suministro siempre fue insuficiente.
Después de años de luz sólo en días alternos y habituales cortes eléctricos, las autoridades locales instalaron en el año 2001 un barco en el puerto de la ciudad que proveía el suministro adicional necesario.
La embarcación, desplazada por le ’’tsunami’’, puede verse ahora a unos cuatro kilómetros de su sitio habitual, ocupa el lugar de una de las casas del complejo residencial de Punge Blangcut, en el centro de Banda Aceh.
