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La peregrinación al pueblo natal del Papa

Wadowice estará más que nunca en los ojos de los seguidores de Juan Pablo II. A sólo un día de la muerte de éste, apenas podía recibir a todas los fieles que querían despedirse del Santo Padre en el lugar donde vivió sus primeros años.

03 de Abril de 2005 | 20:19 | Por Ilona Goyeneche, desde Polonia

Ésta fue la casa de Karol Wojtyka en Wadowice, Polonia.
WADOWICE.- El pequeño y tranquilo Wadowice, pueblo que queda a sólo una media hora de Cracovia, apenas está preparado para los miles de peregrinos que vienen a despedirse del Papa.

El pueblo natal del Pontífice recibió durante el día de hoy continuamente a personas que querían despedirse del Santo Padre en el lugar donde vivió sus primeros años. Especialmente las tres piezas que conformaron su hogar, y a las que se sumaron cuatro más siendo ahora un humilde museo que alberga algunas pertenencias del fallecido Pontífice y ante todo fotos que lo retratan en todas sus etapas de vida.

Para la Madre Magdalena Strzelecka esa afluencia de público era de esperar. Sólo ayer llegaron 2.000 personas a visitar el museo que ella misma decidió montar en 1986 en la casa natal del Pontífice. "Le conté de mi propósito al Papa, y le pareció buena la idea. Incluso me pasó algunas cosas que él tenía como su vestimenta de montaña, los esquís y otras cosas que se había llevado a Cracovia cuando se mudó con su padre para allá", cuenta la religiosa que mantuvo con Juan Pablo II una amistad durante 35 años y que "ahora siento que ha muerto alguien de mi familia".

¿Cómo lo recuerda?

"Fue un buen hombre muy tolerante y, ante todo, normal. Con él podías hablar sobre cualquier cosa y no sólo de religión", comenta la madre Magdalena, quien vio al Pontífice por última vez hace dos años en Roma. Antes había mantenido un continuo intercambio de cartas, e incluso, cuando fue trasladado por segunda vez este año a la Clínica Gemelli, le hizo llegar un libro donde firmaron todos los habitantes de Wadowicia deseándole un pronta recuperación.


La escuela secundaria en Wadowice, Polonia, a la que asistió el Papa Juan Pablo II.
La casa del fallecido Papa, situada en un segundo piso en la calle Koscielna 7, está justo a un costado de la Basílica de la Presentación de la Bendecida Virgen María. La iglesia construida en 1325 sólo de madera y que ahora es de concreto, fue elevada por el mismo Papa a categoría de Basílica. Fue ahí también donde el Santo Padre fue bautizado.

Todo el día ya lleva atestada de gente que consume rápidamente el oxígeno del lugar. Todo el día hay alguien a la redonda rezando o prendiendo velas. Cada vez llegan más familias, parejas, periodistas, turistas y curiosos a Wadowice.

Entre las siete piezas de la casa construida antes de 1845 se puede ver, entre otros, pertenencias de Juan Pablo II como sus esquíes, ropa de montaña, la cocina antigua de la casa, sus vestimentas religiosas o algunas cartas. Pero hoy es un día especial y la solemnidad con que va avanzando lentamente la fila que quiere pasar a conocer la casa de Karol Wojtyla está en el aire.

Genowefa Ziemisek, que vino especialmente desde Auschwitz, deja con su rostro levemente hinchado y con manchas rojas en evidencia que la muerte del Papa la afectó mucho. Junto a sus hijos quiere ver donde vivió ese gran hombre que cuando aún era Cardenal, y antes de ser nombrado Papa, le dio a su madre la bendición prenupcial.

Pareciera que ahora, más que nunca, todos a la redonda dicen haber conocido, visto o hablado con el Papa. Todos lo quieren tenerlo lo más cerca posible.

Tres veces había vuelto Juan Pablo II a su pueblo natal, la última en 1999. Nunca olvidó el lugar donde entre las cinco y seis de la tarde llegó al mundo un 18 de mayo de 1920.
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