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Curiosidades papales: de todo en la viña del Señor

En dos mil años de la historia de la Iglesia Católica han existido Papas buenos y visionarios, hijos ilegítimos, guerreros, maniáticos, hipocondriacos y mujeriegos.

16 de Abril de 2005 | 15:59 | AFP
CIUDAD DEL VATICANO.- Contrario a lo que podría pensarse, un Papa no tiene sueldo ni cuenta bancaria.

Además, en la historia del Vaticano, sólo ha habido 22 papas llamados Juan.
Dentro de las características que han mostrado los Sumos Pontífices a lo largo de la historia, ha habido hombres buenos y visionarios, hijos ilegítimos, guerreros, maniáticos, hipocondriacos y mujeriegos. Literalmente ha habido de todo en la viña del Señor en dos mil años de la, a veces, atribulada historia de la Iglesia Católica.

Por ejemplo, Juan Pablo II pidió que su investidura fuera por la mañana para no perderse un partido de fútbol en la televisión. También rechazó, en 1981, una herencia de dos millones de euros de una vidente italiana y en 1997 un anónimo pagó por su viejo coche, un Ford Scort de 1975, 102.000 dólares, cuyas llaves recibió de la mano del propio pontífice.

Otro dato curioso es que nunca ha habido un Juan XX y siete siglos separaron a los dos últimos "Juanes" del Vaticano -Juan XXII y Juan XXIII-. Este último ya tuvo, en el siglo XV, un antipapa homónimo, aunque sólo compartieron el nombre. El primero fue despedido del cargo por amante de su cuñada.

Fue desterrado por cuatro años en Tusculum (cerca de Roma. Ahí, y bajo el cargo de obispo sedujo a más de doscientas religiosas, a jóvenes, casadas y viudas.

A Juan XII, elegido papa a los 18 años, le fue peor: murió por las puñaladas que le asestó el marido iracundo de su supuesta amante.

Cuando fue estudiante, el "verdadero" Juan XXIII, también conocido como el "Papa bueno", tuvo serios problemas para aprender el latín, una lengua que al final aprendió a razón de reglazo por palabra.

Este hombre sencillo y de origen muy humilde, cuando todavía era el cardenal Roncalli, consiguió reunir dinero para que su familia comprase la paupérrima casa donde nacieron él y sus hermanos. En sus escasas cinco horas de sueño diarias, hablaba y al parecer soñaba con su trabajo porque en una ocasión alguien le oyó decir: "No lo sé. Debo preguntárselo al papa".

Como herencia, dejó una pluma estilográfica a su médico y la cruz que le colgaba del pecho al cardenal austriaco Franz Koening, que se ponía en ocasiones especiales.

Después del "Papa bueno" vino Pablo VI, que solía llevar un cilicio bajo sus hábitos papales, ya que fue un lector empedernido. Nunca viajaba con menos de 75 cajas de libros, pero tanta erudición no le sirvió para pronunciar correctamente Helsinki, la capital de Finlandia.

Dimisiones papales

Celestino V fue el único pontífice que dimitió. Bueno, no exactamente, porque Benedicto IX fue papa tres veces: la primera a los 14 años, antes de renunciar para casarse; después volvió a ocupar el trono y se lo pasó a su padrino, antes de recuperarlo por última vez cuando aún no había cumplido los 30 años.

Para evitar ser hecho prisionero por los nazis, Pío XII preparó una carta de dimisión que registró oficialmente, convirtiéndose así en simple ciudadano, lo que evitaba a la Iglesia tener que esperar a su muerte para restablecer el gobierno.

Su antecesor, Pío XI también se las arregló siempre para evitar a Hitler cuando venía a Roma a ver a su amigo Benito Mussolini. Se iba a su residencia veraniega de Castelgandolfo y cerraba la Capilla Sixtina.

Hijos ilegítimos y Papa guerrero

Para ser papa no es necesario del hijo legítimo. Dos hijos ilegítimos subieron al trono papal: Juan XI y Clemente VII.

Según el libro "Vaticanerie"(Vaticanerías), del difunto periodista estadounidense Nino Lo Bello, Julio II ha sido el único pontífice que participó en una guerra.

Los hobbies de los Sumos Pontífices

En el terreno de las pasiones, a Pío XI, por ejemplo, le enloquecían los automóviles. En el garaje del Vaticano tenía 16, tres de ellos descapotables.

A Pablo VI le encantaba la velocidad y al efímero Juan Pablo I el personaje de Pinocho.

Pío XII, un hipocondriaco incorregible con insectofobia y amante de las óperas de Wagner, tenía un canario, Gretchen, que cada mañana salía de la jaula y se posaba en su brazo antes de volar hasta la mesa preparada para el desayuno.

En el capítulo de las desgracias, dos años después de su elección, Clemente XII se quedó ciego y por si fuera poco, los incesantes ataques de gota lo confinaron en su lecho la mayor parte del papado.
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