CIUDAD DEL VATICANO.- Todo está en manos de 115 cardenales reunidos en la Capilla Sixtina sin que nadie sepa cómo avanzan sus discusiones, excepto por el color de un humo sobre el que millones de ojos permanecen atentos.
Por segundo día, los cardenales deben reunirse el martes a puertas cerradas en la Sixtina para otra ronda de votación y escoger de entre ellos al sucesor de Juan Pablo II, quien murió el 2 de abril a los 84 años.
En el primer escrutinio, el lunes por la tarde, no hubo consenso entre los prelados y la señal de ese desacuerdo fue una gruesa nube de humo negro que salió por una chimenea metálica, instalada en el recinto de reunión y que sobresale del techo de la famosa capilla.
"Creo firmemente que el Espíritu Santo será el 116 cardenal en el cónclave y uno muy importante", dice Mónica, una monja italiana de 27 años.
"Será él quien decida todo", agrega Mónica junto a otras dos religiosas, en rigurosos hábitos negros, que no apartan los ojos de las pantallas de vídeo instaladas en la Plaza de San Pedro y en las que se puede observar en detalle la delgada chimenea, un cilindro coronado por un cono que deja escapar las volutas de humo.
Al lado de la joven hermana, Jolanta de la congregación San Juan Bautista, habla sin mirar al interlocutor: no quiere apartar los ojos de la pantalla que está congelada sobre la chimenea. "Esta elección no sólo envuelve a la Iglesia, sino a la humanidad", dijo Jolanta, de 29 años, transferida por su orden a Roma hace ocho años y medio desde su natal Cracovia, en Polonia. "Es el primer cónclave para nosotras, es un momento histórico", agrega.
La Iglesia católica, con más de mil millones de seguidores en todo el mundo, parece tener en la Plaza de San Pedro su microcosmos con peregrinos venidos desde los cinco continentes.
"Lo que me emociona es la universalidad de la Iglesia, desde chinos, asiáticos, africanos, están todos representados aquí", asegura Javier Sancho, un abogado argentino de 40 años.
"El mundo entero ve eso y nosotros estamos aquí", destaca a poca distancia el venezolano Luis Guillermo Colmenares, un ingeniero de computadoras de 43 años, mientras señala arriba, al extremo derecho, al fondo del monumental conjunto de la Basílica de San Pedro, donde se ubica la Capilla Sixtina, con su modesto exterior color ladrillo.
Al identificarse porque oyen al pasar palabras en el mismo idioma o porque reconocen una bandera, muchos latinoamericanos, incluso estadounidenses o franceses casados con latinoamericanos, parecen atraerse y se congregan por ratos en costados de la Plaza de San Pedro para compartir puntos de vista sobre quién debería ser el sucesor del carismático Juan Pablo II.
Emocionados, la mayoría resiste estar de pie por horas —a la espera de la salida del humo— mientras hacen planes para nuevos encuentros en la Plaza, en caso que los cardenales no lleguen a un acuerdo en la jornada. "Nos vemos mañana aquí", dice el sacerdote colombiano John Jairo Osorio.
